Con un gol de Marcelo Vidal, Independiente se acercó a un
punto de la zona de ascenso y empieza a respirar optimismo de la mano de De
Felippe. Al cabo del 1-0 ante Gimnasia de Jujuy, la gente terminó ovacionando
al equipo.
¿Es el mismo Independiente?
No. Tiene otra energía, otro espíritu, otra manera de
enfrentar los desafíos. Tiene otra realidad: este lunes le ganó en Avellaneda
por 1-0 a Gimnasia de Jujuy y quedó a un punto de la zona de ascenso.
¿Quién lo hubiera imaginado en las primeras fechas de este
camino en la BN?
El panorama se aclaró. O bien, se está poniendo color Rojo.
La gente festejó en el final, como si algo importante estuviera comenzando...
El gol lo marcó Vidal. Pero el que le cambió la Vidal a
Independiente ha sido De Felippe -22 puntos sobre 33-. Su equipo no brilla, no
le sobran definiciones, no superó a ningún rival por más de un gol -como pasó
con los jujeños-. Pero empieza a encadenar resultados positivos y ya está ahí
nomás del objetivo. Falta, claro. Pero el DT había dicho que en este semestre
había que arrimarse a la línea del ascenso y en el 2014 despegar lo mejor.
En el comienzo del partido dio la sensación de que
Independiente le faltaba un poco de músculo, que estaba algo flojo de
ambiciones y que hasta corría distraído. No abrumaba a su rival en función de
sus necesidades. Necesitaba ganar sí o sí para engancharse en la zona de
ascenso. La virtud de Independiente fue justamente la espera. Con paciencia,
Parra empezó a pivotear, Pisano rompió en la diagonal desde la derecha a
izquierda, Miranda se hizo pasillos por el medio, se soltó Montenegro, creció
Vidal. El resto fue aguantar la oportunidad, sin desesperación.
Gimnasia de Jujuy está tan necesitado de puntos como formado
por un DT experto en catenaccio. Mario Gómez juntó las líneas y mandó a su
equipo a achicar hacia atrás. A Independiente le costó romper esa resistencia.
Ante la dificultad de entrar al área, los de De Felippe empezaron a probar de
media distancia. La media distancia fue la marca de la noche. Hubo un palo de
Miranda, el gol de Vidal, otra de Montenegro, unas cuantas de Pisano. Fueron
muchas. Pero hubo un solo grito.
Independiente no lo cerró, y así le dejaron abierta la
chance a los jujeños. En el final, salvó el Ruso Rodríguez. A él también le
cambió la vida. A muchos les cambió la vida saber que ya hay una idea de juego,
una identidad.
Fuente Olé
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