Por Eduardo Verona
Todavía muy vigente la apropiación por parte del ambiente
del fútbol de la "intensidad" como un valor agregado, se suma la
"rebeldía" como justificación para explicar rendimientos y
resultados. En especial, los entrenadores apelan a las "rebeldías"
presentes o ausentes y someten los análisis a grandes simplificaciones.
El show de la rebeldía.
"Nos faltó rebeldía", sentenció Guillermo Barros
Schelotto en la noche del domingo 10 de abril después de la derrota 2-0 frente
a Tigre, en Victoria. El entrenador de Boca fue sensible y fiel a los lugares
comunes que frecuenta el ambiente del fútbol argentino.
Guillermo, como tantos otros que caminan las anchas veredas
del fútbol (jugadores, periodistas, dirigentes y cholulos de procedencias
variopintas), intentó explicar aquella caída desde una frase hecha ya
incorporada y naturalizada por el microclima. Como lo es, por ejemplo, cuando
se pone arriba de la mesa de todas las discusiones el atributo de la
"intensidad". Se pretenden interpretar los hechos, las conductas, los
rendimientos y los resultados favorables o negativos desde los universos de la
"intensidad" hoy glorificada.
Todo parece transcurrir en el fútbol argentino a partir de
la "intensidad" expresada por un equipo o de la
"intensidad" ausente de ese equipo. Demasiado lineal. Demasiado pavo
y superficial el análisis. Tanto reduccionismo para calibrar el buen o mal
juego que denuncian los protagonistas no es otra cosa que una respuesta
mediocre que no conduce a ningún lugar. Salvo a la falta de sustancia
futbolística. Al verso con más o menos alcance. Porque el fútbol nunca se agotó
ni se agota en el plano de las intensidades.
En comunión con la frivolizada palabra
"intensidad", entró en escena hace un tiempo no determinado la
"rebeldía". O la falta de "rebeldía". Guillermo la utilizó
para analizar la derrota de Boca ante Tigre. Marcelo Gallardo también suele
hacerlo cuando River se desvanece como lo vienen delatando sus producciones. Cuestiona
Gallardo a su equipo en no pocas oportunidades por no tener "el carácter y
la rebeldía suficiente". Ese método arbitrario es adoptado con gran
perseverancia por 9 de cada10 técnicos para no entrar en cuestiones más
profundas. Y en lecturas más finas que algunos saben formularse y otros no.
Esa "rebeldía" presente o ausente durante un
partido es una enorme simplificación intelectual. Nadie es rebelde en un
encuentro y tibio en el siguiente. Nadie es rebelde durante 45 minutos y una
ovejita en los 45 minutos del complemento. La rebeldía no se alquila ni se
vende. No forma parte de ningún show, aunque tenga su propio show. No es un
producto de marketing en la era del marketing. No es, en definitiva, un objeto
de consumo que se gana y se pierde erráticamente a la vuelta de cualquier
esquina.
Los entrenadores la mencionan por facilismo frente a
audiencias muy complacientes y cortesanas. Entonces hoy afirman cuando su
equipo pierde: "Nos faltó rebeldía". Y cuando su equipo gana:
"Tuvimos rebeldía". Apelando a la "rebeldía" le cierran las
puertas a algo esencial que perdura más allá de las tácticas y las consignas:
el juego. Porque el juego individual o colectivo queda en las sombras cuando el
foco se concentra en la mayor o menor "rebeldía".
Y por otra parte queriendo atrapar una y otra vez a esa
"rebeldía", los técnicos transfieren sus propias responsabilidades
profesionales. Porque es la "rebeldía" de los otros a la que invocan.
De los que tienen que salir a la cancha y jugar. No de los que conducen desde
afuera. No de los que dirigen. No de los que no juegan.
Es un formidable argumento defensivo hablar de las rebeldías
ajenas. Y no hablar de las rebeldías de cada uno. Los entrenadores encontraron
una nueva manera de explicar las luces y las oscuridades del equipo que
manejan. Porque responsabilizan a otros. Y se ponen al margen.
¿Ellos, los técnicos, serán lo suficientemente rebeldes como
para reclamar rebeldías que los trascienden? ¿Cómo se manifiestan las rebeldías
de los técnicos? Estaría bueno que algún día un jugador ante la prensa
construyera este escenario en pocas palabras: "Perdimos porque el planteo
del técnico no tuvo rebeldía".
Sería algo así como pagar con la misma moneda. Para
despertar indiferencias o dolores. O para patear el tablero del statu quo.
Fuente Diario Popular
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