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jueves, 25 de septiembre de 2014

Paciencia laboral





Por Cristian Fernández

Fue una derrota abultada. Sí. Fue una derrota que le pegó directo a una ilusión. Sí. Fue una derrota en una cancha y ante un rival que históricamente ha sido un suplicio. Sí, también.

Ahora bien, ¿cuántos equipos regulares hay hasta el momento, en estas ocho fechas del Torneo Transición? River sin dudas. Algo de Lanus y Newells, el arranque de Velez y poco más. Bueno, Independiente está dentro de ese pelotón, inclusive está por encima del Fortín, conjunto que en Avellaneda nos hizo cuatro.

Para los amantes de las estadísticas, el Rojo es uno de los más goleados, pero también de los que más metieron. Un equipo que no tiene término medio porque hace goles y le convierten varios también. El famoso mata o muere,a todo o nada. Lo que pasa es que para eso hay que ir al frente indefectiblemente y esa es la tarea más difícil.

¿Por qué gusta River, por los cierres de Funes Mori o por la elegancia de Krannevitter? ¿Por los goles de Mora y Teo o por la fuerza para despejar de Maidana? River sabe a lo que juega, tiene los intérpretes justos, como Vangioni y Sánchez, y asume riesgos constantemente yendo a buscar al rival de turno a su propio campo de juego. Ideal. Le come la cabeza y lo baila.

Y, sin embargo Independiente lo tuvo un rato en jaque entre lo que fue el repunte que derivó en el gol de Mancuello y el blooper de la fecha de Tula. Hay que mencionar que si bien la idea por momentos es hacer algo similar a River, el Rojo no tiene la jerarquía necesaria en los puestos claves. Eso atenta contra la idea.

Está claro que habrá muchos que pensarán la moraleja del huevo y la gallina. ¿Por qué? Harán una analogía con la famosa pregunta: ¿Es más importante el esquema o los jugadores? ¿Se tienen que adaptar los jugadores al sistema o el DT debe acomodar su forma según los futbolistas del plantel?

Y hasta acá quería llegar, exactamente a Jorge Almirón. Nuestro DT. Con sus dudas, sus aciertos, sus palabras y sus formas. Nuestro DT. Con su capacidad y aptitudes. Sus caprichos y errores. Su trabajo semanal.

Un entrenador que llegó sin chapa. Sin espalda y con una idea no convencional, pero que ganó adeptos por su forma de ir al frente y críticas por sus cambios repentinos que pueden dañar la confianza del jugador, inclusive. En estos momentos de derrota está claramente en el foco de la tormenta. Cuando ganó lo miraron de reojo, cuando perdió se lo criticó fuertemente. Incluso en la racha positiva que hizo remontar a los numerólogos varios años atrás, le negaron las formas. Lo apuntalaron por sus cambios y por el nivel de los rivales.

En lo que va del Torneo Independiente perdió con Estudiantes en La Plata, con Velez y con River en el Monumental. Tres partidos complicados, sobre todo los dos últimos. Y, más aún, recordando lo que vivimos el año pasado. Lo que nos costó. Lo que criticamos al DT anterior por no ir en búsqueda del resultado positivo.

En fin, estamos en una etapa de clara formación deportiva. Con nuevos dirigentes que están transformando al club. Ojalá que para bien. En ese contexto hay que señalar, además, que Almirón llegó por un no del ídolo de todos en los últimos años, Gaby Milito. Entonces el entrenador sabe que de lunes a lunes está a prueba, que su sistema es diferente a lo que estábamos acostumbrados, que tiene que ganarse a todos y que no cuenta con la jerarquía ideal. Y a diferencia de otros, en lugar de salir a cuidarse busca la manera de ser protagonista. De hacer un Independiente ofensivo y distinto. Quizás sea hora de parar la mano y dejar trabajar. Paciencia.


Fuente Infierno Rojo

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