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jueves, 23 de enero de 2014

Pretemporada: ¿Magia o verso?




Por Eduardo Verona


En el marco de la pretemporada que todos los equipos del fútbol argentino están realizando, se naturalizan expresiones voluntaristas de los técnicos y jugadores que le otorgan una influencia decisiva. ¿Pero es así como se proclama? ¿O hay mucho de mito en ese ritual que se agota en dos o tres semanas de alta exigencia física?



Pretemporada: ¿magia o verso?

Frente al desarrollo de las pretemporadas que cada equipo está realizando para intentar optimizar sus recursos renovables, siempre surge una pregunta elemental: ¿por qué se depositan tantas expectativas, ilusiones y sueños en dos o tres semanas de una puesta a punto más enfocada en el plano físico que en lo futbolístico?

Y otro interrogante adicional: ¿no habrá cierto deseo mágico instalado en el ambiente del fútbol argentino para que la pretemporada arroje beneficios extraordinarios en un lapso de tiempo tan breve? Porque es demasiado habitual escuchar por parte de jugadores, técnicos, dirigentes e incluso la prensa, que durante ese período de concentración en el mar, en la sierras o en el llano, se van a encontrar respuestas que el plantel durante las 19 fechas del campeonato no logró conquistar.

La frase ya incorporada a los típicos lugares comunes del fútbol argentino se inscribe en estos términos absolutos: "Lo que estamos precisando es una buena pretemporada para que aparezca el equipo que todos queremos".

Palabras más, palabras menos, la síntesis conceptual no se desvía de esa lectura voluntarista. Por ejemplo, en River y¨Boca, la pretemporada parece perfilarse, a partir de las declaraciones de los protagonistas, como la enorme posibilidad para que ambos equipos terminen dando el salto de calidad que todos le reclaman al Pelado Díaz y a Carlos Bianchi.

Los casos de River y Boca son testimonios que, en realidad, reflejan a una gran variedad de situaciones muy parecidas. Se sublima y se sobrecalifica la pretemporada como si fuese la llave maestra que abriría todas las puertas de la excelencia.

¿Pero es así como lo confirman las voces públicas y privadas de los entrenadores? No lo parece. De hecho, ¿cuál es la deuda fundamental que hoy padecen los equipos¿ ¿Es una deuda física o futbolística?

Fernando Signorini (preparador físico desde hace 36 años), hace unos meses abordó el tema y fue contundente en su interpretación: "Es un reduccionismo hablar de preparación física en el fútbol. Así planteado, no existe como tal. El fútbol requiere una preparación futbolística específica. Y no que los jugadores trepen médanos, arrastren trineos, levanten 70 kilos y padezcan exigencias que no les van a traer ningún beneficio. Todo eso es algo absolutamente nocivo. José Mourinho dice que no tendría un preparador físico convencional en su cuerpo técnico, porque los problemas del fútbol no son físicos. Lo mismo opinan Cruyff y Menotti desde hace muchísimos años. Y yo lo comparto plenamente".

El pensamiento de Signorini se estrella contra la mayoría de sus colegas que pretenden atrapar en 15 días mágicos ideales atléticos en los jugadores de fútbol. El viejo y consagrado ritual de la pretemporada, en definitiva, privilegia esas búsquedas. Y seguramente promueve y estimula esperanzas que a las pocas semanas se desvanecen.

La historia del fútbol certifica que los buenos equipos se arman jugando. No corriendo maratones. Correr siempre ha sido mucho más fácil que jugar bien. Porque para jugar bien hay que reivindicar el conocimiento.

 ¿O Messi juega extraordinariamente bien porque corre más que nadie?       


Fuente Diario Popular

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