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jueves, 22 de mayo de 2014

Opinión - COMENZAR POR LOS TRES. TERMINAR CON ONCE



 ilustró rrrojo


Decía Claudio Marangoni:



"Cuando errábamos un pase, la gente te lo perdonaba, cuando errabas dos, murmuraban, y cuando errabas tres, sabias que no podías jugar más en la primera de Independiente".
Maranga era uno de los que trataban a la pelota con un guante, y posiblemente solo recibía la aprobación bajando de la tribuna.



También decía Perfil el 23/02/13:



“Julián Velázquez está ansioso. Es defensor, tiene 22 años y enfrente está el último campeón del fútbol argentino. Vélez es la bomba de tiempo que puede explotar en los pies de Velázquez. El defensor está nervioso. Alrededor suyo están los miles de hinchas de Independiente con caras de espanto, quizás su familia y también lo intangible: el descenso. Cuando Vélez ataca, la sensación de la muerte y el descenso son la misma cosa. Velázquez no soporta la carga, la mucha carga. Y puede jugar nada más que 21 minutos; menos de un cuarto del partido. Veintiún minutos es casi la nada. Sólo un instante, una fugacidad dentro del semestre en el que el Diablo, por primera vez, jugará en el infierno. Independiente está al borde del abismo, con el síndrome River apretándole los tobillos; el promedio le devuelve la noticia de que se encuentra en zona de descenso.

Entonces en la última fecha disputada hasta acá del torneo Final a Velázquez lo echan. O se hace echar. No aguanta la asfixia de una posible derrota y la ansiedad lo condena a la doble amarilla; antes de que el partido se ponga intenso, Velázquez acumula méritos para no seguir. Gallego, que hace gestos, que está nervioso, lo entiende. Y lo abraza. El técnico es como un papá del joven de 22 años.”



Marcelo Roffé y Alfredo Fenili fueron dos psicólogos contratados por la dirigencia Roja y dedicados a tratar casos Deportivos, para intentar en los estertores de la conducción técnica de Américo Gallego balancear psicológicamente al plantel del Rojo, mientras el Tolo, gesticulando y vociferando desde el banco, trasmitía su desequilibrio a los jugadores en el campo y banco, destrozando de volea todo lo que los profesionales intentaban mejorar.



Solo consiguieron que la arenga, para ser más directa o tal vez más desvinculada de la inestabilidad emocional del técnico, la hiciera el capitán dentro del campo de juego, en vez de realizarla en el vestuario o la manga.



Tampoco se privó el Diablo de la figura esotérica de un brujo transitando por el estadio y sus dependencias para malestar, según trascendió en su momento, de muchos jugadores y dirigentes.



Lamentablemente a esta altura del partido, todo lo que se intente hacer como proyecto a cristalizar con el tiempo es bienvenido, pero no sirve para la coyuntura.

Si para el futuro.

Pero hoy se trata de ASCENDER.



Ahora hay que ser drástico. No hay tiempo de persuadir ni convencer.



Y se necesitan tres puntos en cada partido restante.

Pero también se necesita TERMINAR CON ONCE, para no diezmar, aún más, a un reducido plantel.

Sobre eso se tiene que trabajar. Y píenso que será un flanco que no debemos descuidar pues puede significar ascender o no.



Por Ernesto Assale para independientepaladarnegro Blog

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