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jueves, 15 de mayo de 2014

¡Festejemos! Conseguimos la ansiada regularidad: jugamos mal siempre






Por: Rodrigo Tamagni

Es increíble, un partido duró ese 'buen' rendimiento de la fecha pasada. Otra vez mostramos la peor cara del monstruo y dejamos en claro que tenemos la fragilidad mental de un paciente psiquiátrico ¡Menos mal que empató Instituto!

La primera pregunta que debemos hacernos, más allá de las calenturas lógicas por el pésimo rendimiento del equipo, es si este punto sirve de algo. Desde lo estrictamente matemático, sí. Estábamos obligados a ganar, pero bueno... Los de alrededor (ya no miramos para arriba ni para abajo, sino para todos lados) dejan puntos increíbles en el camino y nosotros, en ese contexto, sacamos un 'puntazo' en Caballito. Perdió Crucero y empató Instituto, seguimos cuartos a dos unidades.

Ahora sí, hablemos de fútbol y no de aritmética: ni los '4 fantásticos', ni los 'X-Men', tampoco Batman y Robin, ni siquiera la Liga de la Justicia completa pueden generar un cambio en este equipo apático, que necesita un psiquiatra urgente. Tiene la moral tan sólida como la casa de paja de los tres chanchitos: un soplido y se derrumba todo lo planeado. ¿Para 'festejar'? Conseguimos la ansiada regularidad: jugamos siempre mal.

No se entiende cómo jugadores de la talla de Insúa, Montenegro, y sumésmole a Pisano, no logran dar dos pases seguidos. No se comprende por qué Tula pierde la concentración todos los partidos. Mucho menos se podría explicar cómo Vallés (y el técnico también) no se dio cuenta que todos los rivales aprovechan sus espaldas para organizar una fiesta, en la que el mendocino pone la música, la comida y la bebida pero siempre se va a la cama solo. Tampoco podemos hacer un análisis del bajo nivel de tolerancia a la frustración que tiene Mancuello (la figura del equipo en el torneo), expulsado cada dos por tres por una patada tonta o un insulto. Ah, Fredes sigue jugando.

¿El gol? ¿Vieron el gol de Ferro? El "Rusito" se contagió de sus compañeros y, para colmo, los defensores no lo salvan. Un rebote larguísimo y un tipo que entra solo de toda soledad. ¿Y el penal? Ahí se nota la decadencia de esa grandeza de la que tanto nos jactamos. A River no le cobraban esos penales...

Soñando y esperando resultados ajenos en una B Nacional que nos hizo aprender nombres de equipos y lugares de nuestro amado país. ¿Se lo imaginó alguna vez? ¿Se acuerda de ese equipo enorme que conquistaba América y el mundo? Lo arruinaron. Lo fundieron. Sólo queda un espíritu que apenas está en cada hincha. Y ahora hay que rezar, mucho. No sea amarrete, como el rendimiento de este equipo. Hay que orarle a cuanto ande cerca, porque con este rendimiento las cosas se complican a falta de 12 puntos.

Sin peso. Sin juego. Sin goles. Sin suerte. Sin horizonte. ¿Sin ascenso?


Fuente Play Fútbol


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