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domingo, 25 de mayo de 2014

Independiente, un triunfo de oro que se apoyó en el carácter.




Ojeda se eleva por encima del resto y marca de cabeza el tanto de la victoria de los Rojos


Con el 2-1 ante Defensa, no depende de nadie para quedar tercero; sólo podrá igualarlo Huracán, si ambos ganan todo lo que les queda.

Por Francisco Schiavo|LA NACION.
  
Si Independiente asciende, el partido de anoche quedará en un cuadro épico. Ante Defensa y Justicia sacó del arcón las espadas, los escudos y las arengas con las crines en la mano. Escuchó el relincho en dos patas, se envalentonó y atacó hasta quebrar las líneas de un adversario tan dúctil como áspero; llamativamente embravecido para ya mirar a todos desde arriba, en la misma primera A. Sólo hizo falta que sonara el cuerno y que otra vez se sintiera tocado en el orgullo. Fue un partido, pero también una síntesis de cómo el cuerpo técnico y el plantel se juramentaron encarar la parte final del largo recorrido.

Al equipo de De Felippe podrá reprochársele de todo en estas 40 fechas en la arena de la B Nacional, pero nunca se le chistará frente a las agallas que mostró en las tres últimas. Aun hundido en la crisis institucional que lo arrastra, revirtió resultados cruciales. El agónico 1-1 con Ferro fue un triunfo en sí mismo. El 2-1 ante Douglas Haig le infló el carácter. Y el 2-1 frente a Defensa lo convenció de que podrá conseguir el objetivo si sostiene el temple de gladiador, por más que la cancha parezca un circo romano y que su juego sepa de barridas y choque en vez de piruetas y malabares.

Tan valioso es lo que Independiente consiguió que lo perfiló mejor que nadie. Si les gana a Instituto, en Córdoba, y a Patronato, en Avellaneda, se habrá asegurado el tercer puesto. A lo sumo, podrá alcanzarlo Huracán, si es que el Globo vence en los tres partidos que le faltan. La posición de privilegio era impensada hace poco, cuando se escuchaban abucheos y se veían pulgares hacia abajo.

Independiente empezó con una rodilla en tierra. Fue una mala salida de Tula que interceptó Camacho. Brian Fernández encontró con pase medido a Guerra, que aprovechó los resbalones de Ojeda y Vallés, y superó a Rodríguez. Otra vez los viejos errores. Otra vez a reincorporarse poco a poco hasta verse de nuevo de pie.


Fuente La Nación

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