Zapata
aportó en el medio.
Independiente
sigue sin poder ganar en la BN. Esta vez derrotaba cómodamente a Aldosivi
regalando su mejor versión en mucho tiempo. Pero se durmió y el equipo
marplatense lo terminó empatando.
La gente lo despidió con silbidos.
Independiente
no puede despertar de su pesadilla. No hay manera. Esta vez ganaba y se
floreaba ante Aldosivi, pero en el complemento se relajó y terminó empatando 2
a 2.
Sigue sin festejar desde que debutó en la BN y apenas sacó dos puntos de
nueve posibles. La gente despidió al equipo con silbidos.
El Rojo
arrancó en llamas, consciente de la necesidad y también de su deuda de fútbol.
Y sin especular jamás, golpeó de entrada con una excelente jugada colectiva que
empezó y terminó Mancuello.
Iban apenas siete minutos. Lejos de bajar su
intensidad, el local siguió atacando. Por los costados, con velocidad y
eficacia. Por eso no sorprendió que llegara al segundo. Discutible penal a
Menéndez que Montenegro tradujo en gol a los 15’. El festejo de Rolfi fue todo
un mensaje: corrió inmediatamente al sector del banco de suplentes y se
confundió en un abrazo con Brindisi.
Con la
ventaja y la pelota, allí sí Independiente bajó el ritmo. Tuvo el tercero con
una gran contra de Zapata, pero no lo supo liquidar. Y se fue al descanso con
la certeza de haber encontrado el camino.
Tras el
descanso, esa certeza se borró en un abrir y cerrar de ojos. Porque en su mejor
momento, Aldosivi le marcó el descuento (Martínez, a los ocho minutos) y, a
partir de ahí, fue todo una tortura. Porque el deterioro psicológico que sufre
el equipo lo tensó y obnubiló.
Y a los 21’, tras una jugada de mil rebotes,
Vildozo marcó el previsible empate. Brindisi se agarraba la cabeza, incrédulo.
Ni siquiera la lucidez de Montenegro (figura) fue capaz de controlar la
anarquía en la que entraron sus compañeros. Para ese momento, la gente ya había
perdido la confianza.
Sobre el
final, y como si fuera un guiño cruel del destino, Rolfi tuvo un tiro libre
para revertir la historia, pero increíblemente la pelota dio en el palo y
salió. La pesadilla no termina. Y no se sabe cuándo terminará…
Fuente Olé
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