El Tecla sólo marcó dos goles en lo que va del
semestre.
Favio Verona Fverona@ole.com.ar
A diferencia de sus anteriores partidos en La Boca, el
Tecla Farías no convirtió y se perdió un gol increíble.
Apenas una jugada alcanzó para sintetizar el momento
aciago de Ernesto Farías.
Fue a los 20’ del PT, cuando recibió un pase cruzado
de Morel, entró por derecha con el arco a su merced y de primera desenfundó un
derechazo que se fue cerca del palo derecho de Ustari.
Era más fácil hacerlo
que errarlo.
Hace rato que el Tecla coquetea con la impotencia.
Los
vestigios de aquel punta voraz que fue héroe de Independiente y verdugo de Boca
con tres goles en el 5-4 del Clausura, o en el 3-3 de la ida en la
Sudamericana, quedaron archivados.
¿Por qué pasó de aquella versión a esta sin
escalas ni anestesia?
Porque está lento, transita el área con un ritmo cansino,
carece de explosión, cambio de ritmo, desequilibrio individual y velocidad para
imponerse en el mano a mano con terreno a disposición. Porque espera el error
rival y no lo fuerza, suele aguardar los centros en el segundo palo y no va
tanto al anticipo. Porque parece haber perdido el timming, suele llegar a
destiempo y suele caer en offside sin prestarle atención al último hombre.
Porque recibe muy seguido de espaldas y debe hacer un gran esfuerzo para darse
vuelta. Porque generalmente le llega poco la pelota, y cuando le llega,
últimanente, erra bastante. Porque no se compromete a salir del área y le
cuesta autogenerarse situaciones claras. Porque vive del gol y si no convierte
su aporte es ínfimo.
En este semestre, Farías sólo le convirtió un gol a
Boca de penal en el 3 a 3 de la Copa y otro a Quilmes.
Jugando así, será
difícil que logre convertir con asiduidad.
Este Independiente, urgido por el
promedio, lo necesita más que nunca.
Fuente Olé
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