Por Eduardo Verona
El Bocha siempre sostuvo que “si un equipo se mueve a mí se
me facilita todo”. Esto es precisamente lo que pretende Edgardo Bauza en la
Selección. Que los compañeros de Messi sepan crearle condiciones para no
obligarlo a resolver solo. La clave es la movilidad colectiva. El rol de
armador made in Messi que cumple en Barcelona.
"Necesitamos aprovecharlo mejor a Messi, pero no
dársela para que invente una jugada o haga un gol, sino crearle condiciones
para que no sea Messi el que tenga que resolver todo. En la medida en que
podamos rodearlo de jugadores que están pasando un gran momento, eso va a
beneficiar a todos. También a él".
Edgardo Bauza en una entrevista reciente concedida a La
Nación explicaba como optimizar las cualidades excepcionales de Messi en la
Selección nacional. Hablaba de "crearle condiciones" para que
desarrolle su juego, que fue encontrando cambios significativos, en especial en
las últimas dos o tres temporadas.
¿Qué tipo de cambios? Hoy Messi no siempre termina las
jugadas que él comienza a construir a 35 o 40 metros del arco adversario.
Antes, sí. Las empezaba y pretendía finalizarlas a máxima velocidad. Y resolvía
en altísima frecuencia en maniobras electrizantes. Esa quinta velocidad que
registraba poco a poco se fue debilitando, lo que no significa que la perdió.
Pero es menor. Y su lectura del fútbol se resignificó.
En Barcelona, su auténtico lugar en el mundo (por lo menos
en el mundo del fútbol), suele ejecutar el rol de un armador ofensivo sin ser
un clásico armador al estilo de Riquelme. Es un armador made in Messi. Que
también define en la red ajena en la medida en que la dinámica de la jugada
colectiva le permita localizar o generar el mínimo espacio para sacar un
latigazo goleador dentro o fuera del área.
Este Messi de 29 años que pone pelotas de gol con
naturalidad, que juega al espacio de los compañeros que lo pasan por derecha o
por izquierda (más por izquierda que por derecha) y que se convierte en un
organizador de los tiempos ofensivos del Barcelona, es el que Bauza imagina o
idealiza para la Selección, ya en vísperas de los dos partidos por
Eliminatorias: el jueves 1º de septiembre ante Uruguay en Mendoza y el martes 6
frente a Venezuela en Mérida.
Esta versión de Messi expresada en el Barcelona no es ni
mejor ni peor que la anterior cuando en 9 de cada 10 arranques con la pelota
montada en su pie zurdo salía disparado desde el mediocampo o en tres cuartos
de cancha a cien kilómetros por hora y después de provocar un desparramo
infernal terminaba su obra a cien kilómetros por hora. Ese Messi descomunal se
reconvirtió.
Ahora el astro argentino es más selectivo. Elige más. Cuida
más sus energías. No regala piques. Es cierto, antes era más espectacular. Y el
actual es más pragmático. Más calculador. Más sigiloso. Espera el momento. El
instante justo en el lugar justo. Así lo viene haciendo en Barcelona. En cambio
en los distintos períodos de la Selección siempre tuvo que acomodarse a otras
necesidades y circunstancias que nunca lo colmaron plenamente, más allá de
algunos partidos recordados.
Bauza quiere a ese Messi tan armador como definidor en el
Barcelona, pero sin los compañeros que tiene en el Barcelona, salvo Mascherano.
Quiere a ese Messi con delanteros, volantes y marcadores de punta que pasen por
los costados. Si pasan vacíos, Messi siempre los va a ver. Y los va a habilitar
con la precisión de un artesano.
Algo muy similar pedía y reivindicaba Bochini ya en su etapa
de madurez futbolística: "A mí me gusta jugar con Burruchaga por eso.
Porque el tipo pasa y pasa. Y yo se la tiro más cortita o más larga, casi nunca
al pie y casi siempre al espacio. Si un equipo se mueve a mí se me facilita
todo. Porque tengo muchas opciones para descargar la pelota. Esa es la clave
del fútbol: la movilidad. Y la otra el ritmo".
Lo que comentaba Bochini en la década del 80 también podría
suscribirlo Riquelme. Y antes el Beto Alonso. Y Maradona. Y por supuesto, hoy
Messi. El Patón Bauza interpretó bien esta realidad. Por lo menos a la hora de
dar una respuesta a la prensa.
Los que van a acompañar a Messi ante Uruguay (se presume que
podrían ser Agüero, Pratto y Di María, más Mascherano y Biglia o Banega en el
medio) deberían acompañarlo también en esa idea. En la movilidad permanente.
Aunque en alguna oportunidad no reciban la pelota. Ser complementarios, en
definitiva. No mirar el paisaje. Participar activamente en la distracción. Para
que Messi luego elija.
Aquella frase tan simple pero tan rotunda de Bochini
("Si un equipo se mueve a mí se me facilita todo") sintetiza el
horizonte estratégico que pretende capturar Bauza para crearle mejores condiciones
a Messi. Y no dejarlo solo. Esto precisamente sería ayudarlo. Y entender el
juego.
Fuente Diario Popular
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