Bajo el sol de La Serena, Pastore observa junto a sus
compañeros la práctica.
Pastore elogió el método Martino y parece haber encontrado
su hábitat: figura ante Uruguay, socio de Leo, su desafío es volverse
indiscutido en un equipo de estrellas.
El taquillero, como bien cita Juan Villoro, no es más que un
vendedor de ilusiones. Nadie sabe lo que ocurrirá en el partido. Una entrada
puede estar sobrevalorada o ser un regalo por el espectáculo que se brinda en
el campo.
Por eso, hay entradas y entradas. Javier Pastore, el
ilusionista de esta Selección, quiere cotizar su ingreso como titular en la
Albiceleste. Darle valor agregado al fútbol del equipo y, a su vez, entretener
a aquellos que pasaron por la boletería en búsqueda de un poco de talento
regado en la hierba. Gerardo Martino, en sintonía con las comparaciones, es una
suerte de productor que apuesta a esta estrella. Maradona lo hizo mundialista,
Batista lo dosificó durante su ciclo, pero en la era Sabella no le abundaron
oportunidades. El Tata lo devolvió al show. Y él hizo lo que sabe.
-¿Era el partido para respaldar la idea del DT?
-Sí. Fue un partido importante. Acá a todos nos gusta la
idea del Tata.
El post Uruguay lo rodeó de flashes. Su brillo atrajo
micrófonos y repelió críticas. “Todos jugamos bien”, razonó en bajo perfil el
“dueño futbolístico del PSG”, como lo definió Martino hace poco tiempo. En
Francia no es sencillo ser estrella: él no sólo lo logró, sino que además le
abundan elogios. Eric Cantoná, aquel crack galo que le heredó la 7 del
Manchester United a Beckham, lo considera el mejor de la tierra. Las loas le
engordan el currículm al Flaco, pero él ahora apuesta al salto. Es decir, dejar
de ser actor de reparto y volverse indiscutido en la siempre exigente
Selección.
Martino lo testea. Durante la preparación de la Copa América
lo recostó sobre la izquierda: allí se llevó aplausos ante Ecuador, en Nueva
Jersey (victoria 2-1). En Chile lo movió de posición: pasó a ser parte de la
franja derecha. En el primer partido se asoció con Messi, potencial dueto, en
una jugada que mereció ser gol por lo estético y porque la Argentina todavía
era muchísimo más que Paraguay. Ante Uruguay, rodeado de las guadañas charrúas,
se bancó el rol de armador. E hizo stand up baldosero: inventó, improvisando,
una jugada que entre Zabaleta y Agüero cerraron para darle el sello Citizen al
gol, aunque de entrada tenía perfume francés.
Dueño de arranques de potencial titular, Pastore quedó
afuera del último Mundial y nadie hizo cadena nacional pidiéndolo. Su desafío:
transformar ilusiones en realidad, que valga la pena pagar una entrada para
verlo también a él.
LA SERENA (ENVIADO)
Fuente Olé
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