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jueves, 29 de septiembre de 2016

La columna de Independiente: Marcados a fuego




Copa Sudamericana 2016: Chapecoense 0 (5) - Independiente 0 (4)

Por Román Failache

Dice Marcelo Bielsa: “El liderazgo está directamente relacionado con la derrota, porque es ahí cuando se verifica la consistencia del conductor. Una de las claves que tiene que tener un líder es que necesita ser querido para ganar, y no ganar para ser querido".

Aunque habitualmente suelo analizar lo macro, hoy quiero ir a su opuesto. Al detalle que te marca una diferencia intangible entre lo que pudo ser y lo que fue.

Realmente me amargué cuando vi cómo patearon los penales los jugadores de Boca. Ya estaba destrozado, intentando poner la cabeza (y el corazón) en un balde de hielo. Sin embargo, observándolos a la hora de dar con la pena máxima, me di cuenta que hay momentos que te hacen grande. Se le notaba en los ojos que ellos llevaban algo distinto. Esos tipos no querían salir humillados en la tapa del Olé. No querían tener que llegar a Ezeiza y dar notas con los rostros cabizbajos. Tuvieron convicción. Tuvieron hombría. Tuvieron el cuchillo entre los dientes. Y ganaron por valentía. Por saber dar la cara en la más difícil.

Hay jugadores en los que esto no retumba ni de cerca en el mundo Independiente. Ciclos acumulando derrotas, una más dura que la otra, sin revulsión de su parte. Sin vergüenza deportiva. Sin ningún sentido de pertenencia. Sin saber ser el líder que emerja de esta eterna cosecha de pálidas.

Digo esto entendiendo las reglas del juego. Uno puede perder de varias maneras. Es más: Independiente, para mí, mereció quedar afuera en los 90. La suerte fue moderadora para que eso no pasara, no hay mucha más explicación. El DT se equivocó en el planteo previo, al igual que en la ida, y mostró una llamativa carencia de recursos alternativos para modificarlo durante el partido. Le faltó fútbol, le faltaron ideas, le faltó profundidad. Mucho le faltó a este equipo. Pero lo que nunca le puede faltar es actitud. Hay momentos que te hacen grande, ya lo dije. Y en esos momentos, nadie apareció. Todo lo contrario: los que se llamaron a serlo, sobraron la situación.

La displicencia con la que patearon Benítez y Sánchez Miño son dignas de futbolistas que no saben lo que se están jugando, que no entienden la camiseta que visten. Y aunque también hay una mayor cuota de mérito del arquero, lo tengo que meter a Rigoni, zurdo por naturaleza, que pateó de derecha para hacer gala de su buen uso del doble perfil. ¿Qué les pasa? ¿Acaso no tienen un vasto rodaje como para entender lo que significaba esa instancia? ¿No eran conscientes de que estaban jugando una Copa, con Independiente, en Brasil? Te lo pueden atajar, claro. Pero nunca, nunca, podés patear pensando en sacarte un trámite de encima. Nunca sin convicción, como lo hicieron Benítez y Sánchez Miño, o canchereando, como Rigoni. Y acá traigo a colación los penales de Boca, donde esa sed de ser más se notó en los ojos de cada uno. No era solamente el pase a cuartos. Era mucho más lo que se iba a perder si se perdía, que lo que se iba a ganar si se ganaba. Y era la oportunidad para emerger como ese líder que Bielsa define.

Estaría bueno que los dirigentes den la cara por esto, también, porque son responsables. Ayer, tres horas antes del partido más importante del año, Pablo Moyano estaba contándole a la tele que iban a pedir la invitación a la Copa Libertadores, quebrando con eso de que se predica con el ejemplo. A mí me honraría que el equipo se ganara el pase por sus propios medios, sin tener que ir a solicitarle nada a nadie. Y para eso, se necesitan profesionales que entiendan que donde se encuentran desarrollando su carrera no es una simple pasantía o "vitrina", como le dicen ahora, sino que arrastran consigo la esperanza de cinco millones de hinchas que buscan sentirse identificados. Con actitudes como esa, difícilmente ocurra.


Fuente  TyCSports.com

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