Por Rodrigo Tamagni
Llegan hasta la puerta del área y empiezan a jugar un fútbol
exasperante, como si no tuviesen ganas de meterla adentro del arco. ¿Hay una
tabla de goles hechos errados en este campeonato? Seguro que ahí vamos
punteros. Igual, no toda la culpa es de los jugadores: el técnico sigue
haciendo cambios que no entiende ni siquiera mi abuela
"Yo no entiendo por qué siempre lo saca al petiso ése
que juega bien". "Sigue poniendo al morocho grandote que le rebotan
todas las pelotas". "¿Por qué sacó un delantero y puso un defensor
cuando íbamos empatando?". Mi abuela roza los 90 años, pero sigue a
Independiente con pasión. Fecha a fecha, cumple el ritual de llamar a mi viejo
después del partido y darle sus opiniones (en los últimos años sumidas en
lamentos). Su fuerte no son los nombres y tampoco es una experta tacticista,
pero con algunas miradas sabe pintar el panorama que vemos todos: Almirón erra
fulero con los cambios y sus decisiones de armado.
Está claro que el empate contra Banfield no es pura y
exclusivamente responsabilidad suya, pero siempre le faltan cinco para el peso.
O, para ser más futboleros, un gol para cerrar los partidos. "Increíble no
ir ganando 3-0 este partido", es una frase que se repite en la mayoría de
los duelos desde que llegó Almirón al club.
Ante eso, el DT tiene dos herramientas a mano para darle su
impronta a la formación en medio de los 90 minutos. La arenga emocional o los
cambios posicionales. El equipo no le responde desde los sentidos y él erra a
la hora de mandar mensajes con modificaciones de nombres. ¿Papa por Pizzini en
medio del empate de Banfield? No lo entendió ni mi abuela.
Hoy pecamos del llamado 'fulbito'. Ese toqueteo
intrascendente, lento y socarrón, como si estuviésemos ganando 5-0. O, peor
aún, como si el partido fuese un casados contra solteros con gordos panzones
después de un asado. No tenemos demasiado material y encima queda la sensación
de que los jugadores sobran los partidos. Tal vez les pesan demasiado las
piernas por ponerse la camiseta de Independiente.
El vuelo futbolístico apareció, aunque también parece una
ilusión óptica. Banfield era el equipo ideal para que el esquema del Comandante
saque a relucir todos sus puntos altos. Una defensa perezosa y desconcentrada,
huecos enormes entre las líneas, posibilidad de atacar por las bandas.
Independiente aprovechó buena parte de ese regalo, pero jugó un Papi Fútbol
exasperante en la puerta del área rival.
¡Hagan los goles, muchachos! Está claro que no buscan
errarlos, pero lo de hoy fue demasiado. Vienen Boca y Racing, ¿hace falta decir
que están obligados a ganarlos?
Fuente Olé
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