Por Cristian Fernández
Después de 12 fechas, si contamos el raid final del Torneo
de Primera, Independiente pudo ganar y sacarse esa mufa que pesa en las
piernas. Fue quizás con uno de los rivales más cercanos al fútbol grande y en
su casa. Pero la pregunta es si se aprueba o no. Sin ánimos de caer en la súper
utilizada metáfora del vaso medio lleno, hay que analizar el contexto y como se
dio todo.
En el arranque del partido se vio un Huracán decidido y un
Independiente nuevamente golpeado por el letargo. Se le hacía tedioso el
encuentro y la movilidad de los muchachos del Turco preocupaba. Claro, hasta
que apareció el eterno Arano y casi le mutila el brazo a Zapata.
Con diez jugadores el Globo, fue otro partido. De Felippe
soltó a Miranda y a Zapata. Es más, por la profundidad de este último en
algunas jugadas, Mohamed decidió sacar a Defederico y armar la línea de cuatro
defensores otra vez.
Lo cierto es que ese pasaje duró unos pocos minutos y
Huracán se acomodó mejor, inclusive generó más y mereció. El segundo tiempo fue
historia conocida, el local cada vez se metió más atrás por inercia e
Independiente tuvo que ir a buscarlo, pero sin ideas…
Y aquí es donde comienza la evaluación. Bien es sabido que
cuando uno viene sin poder ganar, tiene que a toda costa equilibrarse y
lograrlo.
Además, para los fundamentalistas del triunfo sólo importa
ganar por lo que verán el vaso completamente lleno porque los tres puntos
llegaron a Avellaneda.
Pero permítanme disentir.
Mi forma de ver el juego y mi estilo están más de acuerdo
con el balance post partido de Omar De Felippe quien este miércoles les puso el
video del partido a los jugadores para indicarles todo lo malo que habían
hecho.
El técnico también habló de que en la actualidad el equipo
está en 4 puntos y que falta mejorar muchísimo.
Y, no se puede dejar pasar por alto, los gestos y lo
preocupado que se lo vio al DT cada vez que sus dirigidos no jugaban la pelota,
no la dominaban.
Los laterales, el mediocampo y un ataque que juega fuera del
área son los puntos a mejorar. Además, el trato con la pelota, la precisión en
los últimos metros, las ideas de funcionamiento y, sobre todo, la confianza.
En definitiva, esta humilde columna, quiere dejar en el
análisis del lector que si bien los tres puntos fueron agua en el desierto más
insoportable, no nos podemos quedar con el triunfo en sí si no se trabaja en
los aspectos malos que tuvo el equipo y que, lamentablemente, fueron muchos.
Preocupante, por lo menos.
Ahora se viene Banfield y será otra dura prueba.
Omar De Felippe seguirá trabajando para encontrar el once
ideal y, si bien la victoria trae tranquilidad, se sabe que en Independiente no
existe y que mejorar no es un objetivo, sino una obligación para llevar al Rojo
lo más rápido posible a lo más alto del fútbol.
Para vos… ¿APROBARON?
Fuente Infierno Rojo
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