Por Cristian Fernández
La victoria ante Unión en Santa Fe fue el desenlace de
una serie de crecimientos individuales y colectivos que se venían produciendo
en silencio, casi, pero que tarde o temprano tendría su recompensa.
Hace un par de semanas que desde mi humilde espacio vengo
resaltando puntos positivos. El primer tiempo contra Boca, pese a la derrota
final; que se había tocado fondo y eso era lo mejor para reflotar cuanto antes,
y no como River, por ejemplo, que esperó irse a la B para organizarse, y que el
partido del martes era mucho más que importante. Y así fue.
Si bien no fue el partido soñado ante Liverpool, sobre
todo por las flaquezas en defensa que mostró el conjunto uruguayo, haber ganado
y haberse sacado esa mufa que estaba cayendo en las piernas de los jugadores y
las hacía más que pesadas fue trascendental. Por momentos hubo aplausos desde
la tribuna, no como aliento sino como aprobación. Aliento sobró.
Con el triunfo en casa, aunque la diferencia haya sido
mínima, Independiente se plantó en Santa Fe con la idea fija de ganar, de
saberse superior a su rival y que si ya lo habían podido hacer, era simplemente
un escollo que se lograba haciendo bien las cosas y sin esperar ningún
artilugio del destino, sólo jugar al fútbol.
Sí. Hubo que morder, costó ganar y se sufrió más de la
cuenta. Sin embargo, el equipo trajo los tres puntos para Avellaneda y quiere
seguir en racha. Necesita seguir en la senda del triunfo y más aún si enfrente
se viene un equipo como Rafaela, que llega en alza y es uno a los que el Rojo
le debe apuntar para escalar en la tabla de promedios.
Los rendimientos de Ferreyra, de Battión, seguramente
incrementados por la cercanía dentro de la cancha de Morel y de Vargas,
respectivamente; el gol en Farías, que fue bien asistido; el buen ingreso de Rosales
y la chispa de Vidal, aunque no tuvo acción el último domingo; la garra y la
actitud de Valles, son algunos de los puntos resaltables desde la llegada de
Gallego y la unión grupal en el terreno de juego, como equipo.
Por todo esto, la semana del conjunto que dirige el
Tolo tiene otro tinte. Sonrisas, ánimo y esperanzas de seguir así son los
sentimientos comunes. Y, todo esto, se debe a la causa y consecuencia. O sea,
al trabajo, a la predisposición y a la fijación del objetivo en forma clara
para todos y cada uno. Ahora, Rafaela y a seguir pensando en positivo.
Fuente Infierno Rojo
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