Assmann y su mujer, Melina Pitra.
Debora D’amato - ddamato@ole.com.ar
Fabián Assmann cuenta el apoyo que sintió de su mujer y
su hijita en estos meses de recuperación tras su lesión. “Al menos, las
disfruté mucho”, dice.
Nunca, ni en su momento más crítico, perdió la calma.
Fabián Assmann es bonachón por naturaleza y ese rostro de buen chico condice
con su forma de ser. “Fueron meses duros pero no podía permitirme caer. Las
cosas pasan por algo y siempre le busco el lado positivo a las cosas”, le dice
Fabi a Olé .
-En esta seguidilla tremenda, que incluye lesión en el
hombro, apendicitis y la rotura de ligamentos, ¿cuál fue la parte positiva?
-Disfrutar de mi familia, de Meli y de Isabella.
Lesionarse no es la muerte de nadie. Hay cosas que realmente son más graves y
si bien al principio fue duro y la pasé mal, entendí que no era el fin del
mundo.
-¿Qué hiciste que en actividad es imposible?
-Mi gorda es muy chiquita y está en esa edad en la que
hace cosas que después no las recuperás más. Isabella es un solcito y la
disfruté mucho. Lo que me pasó nos unió más como familia, compartimos más
cosas. Por un lado fue terrible, porque vivo de mi profesión y no poder jugar
es muy duro. Pero por otro lado, disfruté a más no poder de mis mujeres.
-Sos optimista por naturaleza...
-Es que yo mismo me lo planteé. ¿Me caigo o me levanto?
Y decidí mirar para adelante y empezar de cero. Parece una eternidad cuando
transitás los meses de recuperación pero cuando te ponés a pensar, ya casi pasó
lo peor.
-Además, te lesionaste en un momento muy competitivo
con Gabbarini y Navarro.
-Tal cual. Inclusive, cuando me lesioné pensé que iba a
ser peor. Gabba se lesionó igual y ni gritó. Yo sentí un dolor espantoso, no
paraba de gritar. Inclusive creo que me desvanecí porque hay cosas que no me
acuerdo. A mí se me rompió el ligamento interno que hizo palanca con la tibia.
No se me rompió la tibia de casualidad. El dolor lo sentí por el edema. Pero ya
volveremos todos a competir sanamente.
-¿Cómo venís ahora?
-Mejor de lo que esperábamos. Pasaron más de cinco
meses y ya pude empezar a correr y yo pensé que eso lo podría estar haciendo
más a fin de año. Vengo bien y eso es por los profesionales que me tratan, por
mi esfuerzo y por el apoyo de mi familia.
-¿Qué rol cumplió en esta etapa difícil?
-Mi sostén fue mi familia, sin dudas. Además, que yo
esté en casa permitió que Meli trabaje más. Nos complementamos bárbaro. La
gorda se porta muy bien y eso también es glorioso.
-Te pasó de todo...
-Sí. Cecilia, una amiga de Melina, me trajo agua
bendita y me tiró por todos lados, jaja... Mamá me regaló la cintita roja. Una
cosa increíble todo lo que me pasó pero hay que serenarse y aprender de las
cosas. Yo aprendí a disfrutar de mi gordita, de mi mujer, de mis amigos y de
toda mi familia.
-¿En la pretemporada volverías a la rutina y a
entrenarte normal?
-Sí. No veo la hora de volver a entrar a una cancha y
jugar. Tengo un sueño y es que Isabella entre conmigo a la cancha. Espero poder
realizarlo. Me muero de sólo pensarlo. Melina en la tribuna y mi gordita
entrando a la cancha en mis brazos. Sería único.
Fuente Olé
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.