REGISTRO NACIONAL DEL HINCHA
Eduardo se sumó: el Rojo va tercero.
Mariano Murphy mmurphy@ole.com.ar
El escritor Eduardo Sacheri ya se inscribió en el RNH y
cuenta sus locuras por Independiente, su grito al Bocha, su fascinación por Gio
Moreno y su visión del hincha de fútbol: “Somos todos iguales”.
Eduardo Sacheri desentona.
Camina tímido por la locura de peatones que es la Avenida
Santa Fe un viernes a la tarde: esquiva tipos que salen de la oficina, mujeres
que miran vidrieras con la última tendencia otoño-invierno, vendedores de
medias, puestos de diarios.
Minutos después dirá que no acostumbra a venir mucho al
Centro, que se mueve siempre por Castelar, sus pagos, pero ahora tropieza con
una baldosa floja y casi se le va al piso la mochila que lleva sobre un hombro.
Sacheri es vergonzoso (así se define), escritor, profesor y
licenciado en Historia y un cinco “combativo” que grita y ordena todos los
sábados a la tarde, jugando al fútbol con sus amigos.
Pero Eduardo Sacheri es, sobre todo, hincha de
Independiente.
Como su viejo, como su hijo, como el personaje de Papeles en
el viento, una de sus más recientes novelas, que retrata al Mono, un tipo que
conoció la buena pero le viene la mala y en la agonía hace un paralelismo de su
vida con el mal momento que le toca a Independiente.
“Es raro que mis textos futboleros hablen del Rojo, pero
ahora me animé a hablar porque para mí hay una cuestión de códigos: me parece
que podés hablar de tu equipo en la mala, no en la buena. Yo me planteo muchas
veces si alguna vez Independiente va a volver a la grandeza de los 70, y cuando
lo veo jugar me contesto que no. Entonces me da esa sensación de “la puta, lo
mejor ya pasó”.
-¿Pensás que el perfil del hincha del Rojo fue cambiando con
los años?
- Es una cosa
general. Nos hemos ido embruteciendo. En el sentido de volvernos más
impulsivos, menos pacientes y profundos. El fútbol, el buen fútbol, se hace con
paciencia y profundidad. A la inversa, la superficialidad te conduce a algo muy
esquemático de ganar-perder que a la larga te perjudica porque en el fútbol, en
general, perdés más de lo que ganás. Entonces si vos no sos capaz de encontrar
argumentos y fundamentos de placer en la mala, estás condenado al enojo
perpetuo.
-¿Y ves alguna diferencia con el de Racing?
- Años atrás tal vez sí. Porque como Racing conoció momentos
difíciles antes, desarrolló esa épica de la hinchada y del aguante. Pero me
parece que nos conocemos bastante, que nos parecemos bastante. Yo conozco
hinchas de Racing con los que puedo hablar perfectamente de fútbol e hinchas
del Rojo con los que no me entiendo nada. Hay que entender de una vez que el
que es de otro cuadro es exactamente igual a vos. Yo te podría decir que ser
del Rojo es mejor que ser de cualquier otro cuadro. Y para mí ser del Rojo es
maravilloso porque me lo dio mi viejo y yo se lo di a mi hijo. Con eso ya es
suficiente para mí.
En un café de la Avenida Santa Fe, Sacheri se entusiasma.
Pregunta cómo hace para inscribirse en el Registro Nacional del Hincha , quién
va ganando, cómo está el Rojo. Y habla de fútbol. Dice que le encanta Gio, que
viendo el último clásico con su hijo no podía dejar de reconocer el pie que
tiene. Y habla del Barsa. De que le gusta más Guardiola que Mourinho. Bah, en
definitiva Mourinho no le gusta nada: “No me gusta lo que construyo a partir de
lo que veo. A lo mejor el chabón es macanudo. Pero yo veo a un tipo que llora.
Un tipo que se muestra infalible y para mí el fútbol es una máquina de picar
infalibles. Hay un montón de cosas en la vida que te demuestran que no sos
infalible, pero el fútbol te lo demuestra todo el tiempo. Te demuestra todo lo
de imprevisible, azaroso y mala leche que te puede suceder.
-¿Creés en eso de que se juega como se vive?
- Yo creo que cuando jugamos nos exhibimos como somos. En
nuestras mayores virtudes y peores defectos. Sale todo. Lo cual no significa
que si vos sos un enajenado jugando al fútbol no puedas ser una persona
civilizada fuera de la cancha. Pero si sos un enajenado jugando, evidentemente
hay algo muy fuerte que te está dominando: por lo menos sabelo.
-¿Y vos sos un enajenado viendo los partidos?
- Me pongo más nervioso por tele que en la cancha. Pero, sí,
muy nervioso. Por ejemplo, la definición por penales de la Sudamericana no la
vi.
-¡¿Cómo?!
- Es que si la miro me quedo seco como un pelotudo. La vio mi
hijo con mi mujer y yo me fui a rezar a la pieza. Mi hijo no iba gritando los
goles de cada uno de los penales. Entonces yo rezo y miro el reloj. Y digo: “La
puta, ya perdimos”. Porque no escuchaba nada y para mí ya había terminado la
definición. Hasta que escuché su grito en el gol de Tuzzio... Tremendo. Cazamos
el auto y nos fuimos a la cancha. Pudimos entrar al campo de juego así que
dimos la vuelta, nos tiramos en el pasto y hasta le di un beso al poste. Por el
Rojo, besé un poste, je. Impresionante.
-Tu ídolo es el Bocha, imagino que alguna vez hablaste con
él...
- No, mirá, yo soy muy tímido, no soy de cholulear. Pero el
Bocha es el único tipo que me crucé y le grité. Lo vi un día por Tribunales.
“¡Bocha, ídolo!”, me salió. Es que no lo pude evitar. Es el más grande
Fuente Olé
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