Martínez
con Ronaldinho
El nuevo
combinado local saltó a escena con el sello táctico de su entrenador. Alejandro
Sabella, con apenas un puñado de horas de trabajo, apeló a una estrategia
criteriosa a la hora de la elección y, entre Vélez y Estudiantes, los mejores
exponentes del fútbol casero en las últimas temporadas, puso nueve de los once
titulares.
Y una vez que tuvo los intérpretes seleccionados, utilizó el mismo
libreto táctico que supo manejar en su etapa más exitosa en Estudiantes.
Un
dibujo flexible, con tres en el fondo y dos carrileros que se desdoblaban en la
función de acuerdo a quien tenía el control del balón, sirvió para tener una
salida constante por las bandas, con Iván Pillud y Emiliano Papa, pero también
para neutralizar, entre Héctor Canteros y Víctor Zapata que se cerraba siempre
de la izquierda al medio, a Ronaldinho con el propósito que lo dos peligrosos
delanteros rivales no reciban juego por abajo, más allá de esa jugada en la que
la arremetida de Damiao hizo sacudir el palo izquierdo de Agustín Orión.
En esa
línea media el flotante, el jugador que tenía la misión de desprenderse para
asociarse con los que iban por las bandas, fue Augusto Fernández.
Claro que
esta premisa, clave para generar el juego de ataque, no se cumplió porque el
juego se hizo mucho más largo de lo que quería el entrenador.
De todas maneras,
Juan Manuel Martínez se las ingenió para desequilibrar en los últimos metros,
generalmente recostado sobre la izquierda, y para asistir primero a Mauro
Boselli que en los veinticinco minutos que tuvo en cancha contó con tres
jugadas claras, y después al voluntarioso Emmanuel Gigliotti.
Lo cierto es que
en este tipo de experiencias, lo que puede marcar la diferencia es la
jerarquía. La misma que se dio de baja con las lesiones de Juan Román Riquelme
y Juan Sebastián Verón.
Fuente Independiente Crece
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