Por Cristian Grosso
No es común que José Pekerman rompa su tono monocorde,
pero ese mediodía explotó.
La situación lo indignaba. La charla, en 2001,
recorría la realidad del fútbol argentino, y el por entonces entrenador de los
juveniles reclamaba decencia, sinceridad, austeridad y capacitación entre la
dirigencia para intentar oxigenar a un enfermo que entregaba peligrosas señales
de descomposición.
"Un dirigente no puede llegar al cargo impulsado sólo
por su amor a la camiseta y recién ahí darse cuenta de que el club está roto.
Para ser dirigente no alcanza con ser hincha; hay que ser capaz y ético",
alertaba.
Pocos le habrán prestado atención y hoy se administran ruinas.
El deterioro cultural que atropella al país arrió a
muchos personajes del fútbol hasta la ciénaga de la mala educación.
Al último
semestre le sobraron episodios vergonzantes.
Desde Boca y River, por ejemplo,
dinamitaron la discreción y la racionalidad. "Ramón Díaz es un bufón y un
cobarde", disparó Juan Carlos Crespi. Y Omar Solassi también extravió el
juicio cuando señaló que "ojalá en 2015 se vaya Boca a la B".
Bravuconadas del paraavalanchas detrás de un escritorio. Jorge Miadosqui, el
mismo día que alentó la incentivación, prometió que no se presentará en las
próximas elecciones de San Martín (SJ). ¿Por qué? Lo explicó así: "No me
arrepiento de lo que siento, porque actúo más como hincha que como dirigente.
Pero eso perjudica a mi club y no está bien". Apenas el final es sensato,
aunque ahora conviene esperar que cumpla con su palabra.
Dirigentes oportunistas que siembran desconfianza y
alientan complots. Que invaden espacios, protestan por designaciones e impulsan
descalificaciones. Que gestionan mal las polémicas y millonarias inyecciones de
dinero de Fútbol para Todos. Que le ceden el club a la barra brava. Que alzan
la mano en el Comité Ejecutivo de la AFA para no caer en desgracia, pero que
después confiesan que no comparten la atornillada política de Grondona.
Dirigentes que reniegan en los pasillos y son adláteres en el escenario de la
foto.
Que redactan y reescriben la definición de una temporada?, con tres
campeones.
Los dirigentes de Racing, demagogos de un desborde nada
folklórico, espolearon las burlas por el descenso de Independiente. Y se
extralimitaron, pisotearon sus funciones. Porque mofarse de la desgracia ajena,
anclar la felicidad propia hundiendo el dedo en las penurias de los demás, ya
se volvió un hábito que en realidad califica.
Una de las derivaciones del
histérico y ventajero fútbol argentino es que pone a prueba el sentido de moral
de sus protagonistas. Otra manera de entender la decadencia..
Fuente Cancha Llena
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