Por Eduardo Verona
A partir del derrumbe de Independiente, se instaló
desde la frivolidad que atrapa al fútbol argentino que hay que adaptarse a la
categoría con técnicos y jugadores que tengan recorrido en los campeonatos de
ascenso.
Los lugares comunes terminan ampliando el horizonte de la confusión.
Después del
Mundial de España 82, Daniel Passarella descansaba durante unos días en
Chacabuco, su ciudad natal. Estaba a punto de incorporarse a la Fiorentina ,
que había comprado su pase a River en 2 millones y medio de dólares. Consultado
sobre el futuro que imaginaba en el equipo italiano y como se preparaba para
adaptarse a otra geografía y otro fútbol, Passarella respondió: "Yo no
tengo que adaptarme. Al fútbol se juega bien o mal. A mí me compraron por todo
lo que jugué en River y en la Selección. No voy a cambiar. Sería un error
hacerlo".
Naturalmente,
ese extraordinario jugador que fue Passarella, no cambió. O no resignó nada. Ni
su temperamento ni su interpretación para defender y atacar con esa
determinación y jerarquía que siempre lo distinguió. Actuó durante 4 temporadas
en la Fiorentina y 2 en el Inter, hasta que regresó a River y se retiró en
julio de 1989.
Este recuerdo
enfocado en la convicción inquebrantable del Kaiser para jugar aquí y allá sin
despersonalizarse, lo traemos al presente para vincularlo a un lugar común que
circula en el ambiente y que plantea que hay un fútbol de Primera División y
otro fútbol de la B Nacional. Y que son muy distintos. Tan distintos, que se
repite que Independiente (su cuerpo técnico y sus jugadores) debería adaptarse
a la categoría, porque de lo contrario sus chances de ascender se verían muy
comprometidas.
¿Qué sería
adaptarse a la categoría?
¿Incorporar jugadores del ascenso?
¿Tener un técnico
del ascenso?
¿Plantear los partidos de acuerdo a ciertos usos y costumbres
nunca definidos que podrían existir en el ascenso, según reza el imaginario
popular?
¿Mimetizarse con el resto?
¿Creer que en el ascenso hay que jugar de
cierta manera particular para ampliar el horizonte de las posibilidades?
No parecen
serios ni convincentes los argumentos que plantean esas dudas y esas preguntas
propias del desconcierto, la inseguridad o el temor. Passarella hace 31 años lo
entendió a la perfección, cuando planteó que "al fútbol se juega bien o
mal". La clave en Sudamérica, Europa, Asia, Oceanía, o en primera, segunda
o tercera división, es siempre la misma: tener jugadores que jueguen bien.
Y jugar bien
no admite particularidades específicas. No hay jugadores de la B y jugadores de
la A. Hay buenos y malos jugadores, más allá de la riqueza de los matices. No
hay técnicos para la B y técnicos para la A. Hay buenos y malos técnicos, más
allá de los niveles medios.
La confusión
que atrapa al fútbol argentino al momento de distinguir entre lo secundario y
lo esencial, también contribuye a crear consignas falsas que los protagonistas
repiten como verdades absolutas. El arribo, no deseado, de Independiente a la B
Nacional forzó una de esas consignas. Y se pretende instalar que Independiente
debería contratar jugadores del ascenso y hasta un técnico con experiencias en
el ascenso (Caruso Lombardi, Zielinsky, por citar dos intérpretes) para
asegurarse saberes y conocimientos que le allanen el regreso a la Primera
división.
Lo peor, es
que estas consignas y lugares comunes suelen calificarse como fuentes de
sabiduría popular. Como si en el ascenso existieran códigos futbolísticos que
muy pocos conocen. Y entonces se requeriría la mano de un especialista. Esta
manipulación del fútbol forma parte de la subcultura del desconocimiento.
Independiente
para ascender precisará buenos jugadores y un buen cuerpo técnico. Sea de la A
o de la Z.
Todo lo otro, son mensajes apropiados por la mediocridad.
Los que
Passarella, en su momento de jugador, desestimó.
Por eso fue a Italia a jugar y
proponer lo mismo que hacía en la Argentina. Ni más ni menos. Y mal no le fue.
Fuente Diario Popular
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.