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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Perico Raimondo es Independiente.





Por Mario Sifres

Para establecer objetivamente las diferencias entre como se jugaba al fútbol antiguamente, mas precisamente en la década del 70 y como se desarrolla el juego hoy, es preciso tener el conocimiento necesario para no fallar en el intento
Con tal propósito, y a efectos de llegar a una conclusión que sea la más cercana a la realidad, traigo a mi memoria a una figura que pasó por las filas de Independiente dejando su inocultable sello de gloria.

De este modo, recuerdo con nostalgia a un futbolista que le sobraba inteligencia para cubrir distintas posiciones en el medio de la cancha y elaborar un fútbol fluido. Miguel Ángel Raimondo, a el puntualmente me estoy refiriendo, se distinguía por hacer fácil lo difícil, por elegir siempre la mejor opción de pase para progresar en el campo o ser simplemente soporte de su gran ladero, José Omar Pastoriza.

Raimondo aportaba equilibrio al equipo porque en esa línea media que integraba, se convirtió en el jugador pensante por naturaleza. Así cedía protagonismo al “Pato” para que derroche talento y dejaba el sacrificio para correr a todos en manos de Alejandro Semenewicz que era verdaderamente incansable.

Hoy no observo dice Raimondo, las explicación del porque todos los volantes intentan hacen todo. Es decir, no están demarcadas claramente las funciones específicas de uno y otro, a menos que aparezca “un distinto” que contribuya a la creación con escasas muestras de talento.

“Perico”, tal era su apodo, sostiene que el fútbol mutó a partir que se dejó de lado el juego más noble, para reemplazarlo con el achique de espacios y el estudio pormenorizado de virtudes y defectos del equipo contrario. Del mismo modo manifiesta que antes se llegaba con más claridad y se usaba la cabeza con diferente criterio para construir fútbol en forma asociada sin tanta urgencia.

Dice además estar convencido que antes los futbolistas eran capaces de manejar la pelota indistintamente con las dos piernas, y contrariamente en estos años la mayoría utiliza su pierna menos hábil solo como apoyo. El lo atribuye a que no había tantos apuros y presiones a la hora del aprendizaje colectivo y crecimiento individual.

Continuando con su relato, recuerda que en su momento un volante de creación paraba la pelota, levantaba la cabeza y hacía cambios de frente de veinte metros como moneda corriente. Pero no es necio al reconocer que esa manera de jugar sería imposible de aplicar hoy. Básicamente los jugadores se convirtieron en velocistas y sería imposible que cuenten con el tiempo necesario para administrar la pelota sin ser anticipados recurrentemente.

“Perico” concluye reconociendo que es lógico aggiornarse, porque sino el futbolista sería víctima del pressing y no se obtendrían los resultados que se exigen hoy en día.

En verdad, y recorriendo los años que esta figura representó para el rojo, opto por quedarme con su bohemia y forma de jugar. Sobretodo, y en la mayoría de las ocasiones estábamos en presencia de grandes partidos que se definían por una genialidad de cualquiera de los muchos valores que poseían invariablemente todos los equipos de primera división.

No le he hecho lugar para hacer conocer su trayectoria a un negado o un personaje bizarro. No señor, se trata de un grande que en su paso por el “rey de copas” logró dos veces el campeonato metropolitano, en tres oportunidades la copa libertadores, dos veces la interamericana y en 1.973 la intercontinental. Esta todo dicho me da la sensación.

Después llegó su pase a River, en el que fue parte del plantel que obtuvo el bicampeonato de 1.975 después de 18 años de repetidos fracasos.

Además y para coronar su carrera exitosa, se alzó con el reconocimiento como el mejor futbolista del año en 1.974.

¿Qué mas podemos decir de el? Se me ocurre que estuve acertado en transmitir la vida futbolística de una gran figura que delata ser palabra más que autorizada para establecer diferencias.

Yo que tuve la fortuna de vivir la etapa en la que el lució, no puedo más que agradecerle por su compromiso con nuestra camiseta, que convengamos que hoy ya es mucho decir. Siempre aportó buen fútbol y obviamente se apoderó del cariño y respeto de nuestra gente haciendo valer sus grandes condiciones.

En el territorio plagado de maestros que transitó el rojo a lo largo del tiempo, habrá que elevar obligatoriamente la imagen de “Perico” como uno de nuestros abanderados.

Es que sin lugar a dudas respiraba fútbol en sus venas, el que ofrendó a la familia roja con su estirpe y capacidad ganadora.

Salud maestro, cuanta calidad nos regalaste.

Eternamente gracias.



Fuente Para Siempre Independiente

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