Lo que Brasil no le perdonaría a la selección de Sabella
Lo que debe corregir la Argentina rumbo al futuro y al
amistoso del sábado próximo.
Por Christian Leblebidjian
Sabella debe trabajar en defensa - EFE
La Argentina goleó y generó aplausos.
En apenas treinta
minutos ya ganaba 3-0 y entre Messi (sobre todo), Agüero, Di María e Higuaín
hacían méritos para justificar la decisión de Alejandro Sabella de jugar con
ese "cuadrado ofensivo".
Porque más allá de que hubo movilidad y
explosión arriba, el seleccionado terminó jugando con un sistema 4-2-2-2 que
intentó progresar con ataques interiores, con paredes, con triangulaciones que
potencien los recursos individuales de las figuras.
Por delante de la línea de
fondo Gago y Mascherano; Messi y Di María; Agüero e Higuaín.
Hubo varias
acciones que marcaron esta tendencia, sobre todo en los goles, pero el modo ofensivo
se vio mejor aún en la acción que no fue penal por simulación de Agüero.
Pero
allí, a los 5 minutos del ST, se vio el repertorio entre la pared
Messi-Higuaín, y la descarga vertical de Messi hacia el Kun.
Esa situación,
como la del 2-0, el 3-0 y el 4-0, define la leyenda "así quiere atacar la
Argentina".
Casi no usó las bandas, lo centralizó buscando ataques
directos. Y otra vez, como ante Chile, tres de los cuatro goles fueron de
contraataque, con aceleraciones y cambios de ritmo made in Messi, usándolo como
referencia y guía para no sólo gestar, sino también finalizar las acciones.
Pero como el ataque y la defensa no se pueden analizar por
separado (así lo demuestra incluso Barcelona, uno de los equipos tan lujosos
como tácticos), también hay que marcar que los errores defensivos observados
pueden significar más de un dolor de cabeza en el corto o mediano plazo, léase
el amistoso del próximo sábado con Brasil, o un partido decisivo por las
eliminatorias contra rivales con mayor desequilibrio individual al mostrado por
Ecuador.
La Argentina ataca a una velocidad, pero defiende a otra.
Va
demasiado rápido y no vuelve al mismo ritmo.
Y esto genera que las coberturas
sean difíciles de observar con fluidez, que cada pérdida del balón en zona de
volantes implique -para el rival- un ataque directo hasta Romero.
Frente a
Ecuador, Valencia le ganó en el mano a mano a Clemente y Jefferson Montero a
Zabaleta, como había hecho en el primer tiempo Suárez.
Más claro: si el equipo
ataca a toda velocidad, no les da tiempo a los centrales de achicar espacios y
salir ya que tienen que volver.
Y a río revuelto defensivo, ganancia del rival.
Y más si ese adversario suele respaldar sus ataques (como Brasil), llegando con
varias alternativas de definición.
La dupla de centrales, Fernández y Garay, es joven y
necesita trabajo.
Vale apostar por la continuidad de ellos, aunque necesitarán
un mayor respaldo.
Se lo vio excesivamente nervioso a Mascherano, incómodo.
Puede jugar como volante, pero ya piensa decididamente como central.
Neymar,
Robinho o Pato; los laterales Dani Alves, Maicon o Marcelo, que piensan como
wines, no le perdonarían a la Argentina esa cantidad de metros sin cobertura
entre la zona de volantes y los defensores.
Jugando así, un mano a mano de un
delantero brasileño jugando contra un lateral argentino lo más probable es que
termine en gol.
La euforia de la gente es entendible. Los goles generan
éxtasis, delirio, entusiasmo.
Pero la Argentina necesitará transformarse en un
"equipo más corto", más compacto.
Y para esto no es necesario
desarmar el póquer ofensivo. Sí modificar algunas funciones, como la
utilización de una de las bandas por uno de los delanteros (incluso rotando
esas responsabilidades), la generación de una pausa para que el equipo pueda atacar
respaldado y, en caso de tener que volver, no queden todos a varios metros del
arquero.
La Argentina debería hacerse más ancha en el campo para no ofrecer un
golpe por golpe constante. Y para que la pausa y el descanso sirvan no sólo
para generar los espacios ante equipos cerrados, sino también para defender con
coberturas y relevos y no mano a mano, para achicar la distancia entre los
defensores y los mediocampistas.
Habrá que ver qué postura tomará la Argentina el sábado
frente a Brasil. Y qué potencial ofrecerán los dirigidos por Mano Menezes.
Pero
así como hay un desequilibrio ofensivo, también hay otro defensivo. Está y, si
no se corrige, puede quedar expuesto en cualquier momento.
Ocho ataques generó la Argentina contra Ecuador y anotó cuatro
goles. Tuvo una alta efectividad.
Otros rivales le opondrán una resistencia mayor.
Fuente Cancha Llena
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