Pablo
Chiappetta pchiappetta@ole.com.ar
NEW JERSEY, ESTADOS UNIDOS (ENVIADO ESPECIAL)
Los compañeros, el día después del triplete histórico a
Brasil, cuentan qué sienten al jugar junto a Messi.
“Se lo voy a contar a mis nietos”, resumió Fede Fernández.
Siempre tiene un problema.
Antes era que en la Selección no demostraba lo que en su
club.
¿Y ahora Messi, qué problema tenés?
“El gran problema de Leo es que está transformando lo
anormal en normal”, sintetizó Javier Mascherano.
Aunque Messi, ya de vacaciones aunque aún tenga que
despuntar el vicio con amigos en Cancún, Bogotá y Miami, no lo toma como un
drama.
El drama, en todo caso, lo tiene Neymar, que ve a Leo y
llora. Y Brasil, al compás del tamboril.
Qué pesadelo. La publicidad de la cerveza, hoy, la debería
hacer la Pulga y no Maradona.
O, al revés, la debería hacer Neymar. Porque tener enfrente
al 10 se está transformando en una pesadilla para el 11, siempre atrás.
Tres cruces, y la misma cruz. En Doha, Tokio o Nueva Jersey,
O Rei Lionel armó su propio carnaval y él lo vio desfilar vestido de Diego y de
Pelé al mismo tiempo.
“¿Alguien tiene alguna duda de quién es el número uno?”, se
preguntó Sergio Agüero, el que se quedó
con la camiseta con la que querían quedarse cada uno de los 80 y pico de
mil espectadores que vieron sus goles multiplicados en las cuatro gigantescas
pantallas del Met Life.
En ese estadio, paradójicamente, los brasileños escucharon
el hit de Enrique Iglesias que es cortina del Soñando.
Aunque acá fue del Soñando por un baile. El que les dio
Messi.
“Se lo voy a contar a mis nietos. Les voy a contar que jugué
con Messi”, juró Fede Fernández, el que aportó con la cabeza lo que no pudo con
los pies.
“Hay que buscar un adjetivo nuevo”, insistió Sabella, con su
phyisique du role de profesor de Literatura y enseguida se da por vencido como
lo tuvo que hacer el árbitro, Jair Marrufo, que recién entregó la pelota que el
autor del triplete se llevó cuando un hombre de la organización logró
explicarle cómo es la tradición.
¿Que cómo es? “El partido lo ganó Messi”, reconoció sin
pruritos Pablo Zavaleta, caramelo en el flan de la defensa.
“Si estaba en el otro equipo, no ganábamos”, aceptó Angel Di
María.
“Lo vieron todos”. Sí, lo vieron el Turco Mohamed, Nico
Vásquez, Bebeto, Andrea Stramaccioni (entrenador del Inter), Walter Mazarri
(técnico del Napoli) y los tres reporteros del New York Times acreditados para
el partido,entre muchos azorados por semejante demostración. Y también lo vio
Sabella, porque Mano Menezes, cada vez que Leo agarraba la pelota, se daba vuelta
para no mirarlo. “Lo tengo que reconocer: tan de cerca no había visto nunca un
jugador así de descollante”, movió la cabeza para arriba y para abajo Pachorra,
justo cuando Bilardo pasó a su lado y, “Viste pibe, te dije o no te dije que él
te acomoda todo”, le recordó a Olé .
Los operarios, mientras, levantaron el césped natural que le
costó 200 mil dólares a la organización para devolverle al MetLife su verde
sintético.
El humo de los asados en el parking parece no haberse ido.
Messi sigue apareciendo a cada rato en los gigantesos leds y, a esa altura,
resulta extraño que en la cuna del capitalismo a nadie se le haya ocurrido
vender esos panes donde el 10 de los dieces hizo historia.
“Need help?”, se lee en cuatro carteles en la tribuna.
“Mande texto a MLS...”, recomiendan.
Mano Menezes puede tomar nota y mandar Messi al 101010.
Lionel atiende. Y te transforma lo anormal en normal. Y como
ya no tiene problemas, ahora se los provoca a Brasil.
Fuente Olé
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