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jueves, 1 de diciembre de 2016

Cebolla picada



La dirigencia analiza adelantar el final del ciclo de Cristian Rodríguez: si no rinde, es caro para ser suplente. ¿Se va a fin de año?

 
Por Favio Verona

Su rostro lo deja expuesto. El fastidio por una situación que no consigue revertir queda en evidencia en cada una de sus facciones. No lo va a reconocer. Y es lógico que no lo haga, pero a esta altura del partido Cristian Rodríguez se siente incómodo en Independiente. Se advierte en cada encuentro y también en los entrenamientos. Se lo ve hastiado, cansado, acaso abrumado por circunstancias que ya no puede manejar. Su impotencia se ve reflejada en el campo de juego. El uruguayo firmó hasta mediados del año que viene, aunque por cómo se viene desarrollando esta historia plagada de desencuentros, el contrato en realidad parece encadenarlo a una condena con fecha de caducidad. Es por eso que algunos dirigentes quieren adelantar el desenlace. Consideran que el ciclo de Cebolla está cumplido e intentarán acordar la rescisión anticipada. La idea es romper formalmente un vínculo que con la gente ya se quebró hace rato. Y marcarle el punto final a una novela cuya trama no parece conducir hacia un final feliz.

Por supuesto que la coyuntura no admite la toma de decisiones unilaterales. Para lograr lo que pretenden, los directivos deberán tratar de arribar a un acuerdo con el futbolista, quien tendrá que aceptar resignar el dinero que deberían abonarle por sus últimos meses de vínculo. En el club hay optimismo es que se pueda llegar a una resolución. Es que el uruguayo de 31 años ya manifestó en más de una oportunidad que su sueño es retirarse en Peñarol, el equipo del que él y gran parte de su familia son fanáticos. Además, en los últimos dos partidos, ante San Lorenzo (1-2) y Racing (0-3), fue confinado el banco (ingresó en ambos). Todo parece indicar que el domingo, cuando Independiente reciba a River, volverá a ser suplente, con el golpe que eso implica para un futbolista de su trayectoria. A ese contexto se le suma la resistencia que la presencia de Cebolla comenzó a generar en gran parte del público. De los aplausos por la ilusión que había despertado su llegada pasó sin escalas a los silbidos. Y en Avellaneda creen que los múltiples factores mencionados pueden terminar de empujar al volante hacia la puerta de salida.

Desde que desembarcó en el club a mediados del año pasado, Cebolla nunca alcanzó el rendimiento que se esperaba. En parte porque las ocho lesiones musculares que tuvo lo frenaron cada vez que parecía comenzar a levantar un poco de vuelo. También parece pesarle el hecho de que en Independiente debe asumir un rol protagónico, cuando en la selección de su país es un obrero calificado, y no el capataz del equipo. Teniendo en cuenta que tiene uno de los sueldos más altos del plantel, desprenderse del uruguayo significaría un alivio para la tesorería. Y ese dinero podría ser destinado a conseguir refuerzos en el próximo mercado.

Ahora todo depende del jugador. La salida está abierta. Y no precisamente por la puerta grande.


Fuente Olé

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