Por Rodrigo Tamagni
Algunos parecen ser más Almironistas que Almirón y defienden
con mirada absolutista al entrenador. Es un buen momento para repensar entre
todos su trabajo y solucionar los horrores, así no nos encontramos con otra
pesadilla como en cada año.
En Independiente se debe ser exigente y no darse el lujo de
relajarse. Con calma, no hay que cortar cabezas, simplemente acomodarlas
El Independiente de Almirón comienza a ser previsible. O
quizás nunca haya sido demasiado misterioso. Al mago se le ven los naipes abajo
de la manga. El maravilloso truco se reitera una y otra vez, y termina siendo
cuestión de suerte o planteo de la partenaire que salga bien: si el equipo
rival se pone en la piel del protagonista, el hechizo sale a la perfección.
Pero si el conejo se empaca en la galera, los de Almirón se transforman en
discípulos de un sólo aspecto de René Lavand: "No se puede hacer más
lento".
Entonces, cada equipo que nos salió a jugar de igual a
igual, sufrió ante la velocidad y eficacia de Independiente. Pero si se meten
atrás y entregan la pelota al "Rojo", todo se transforma en una
eterna cámara lenta en donde no se mete gente en el área ni se patea al arco.
¿Conclusión? No se genera una situación de gol.
Las contras ante Newell's, los goles a Quilmes, el tanto a Belgrano;
todas esas acciones tuvieron un denominador común: fueron tomando por sorpresa
al rival mal parado o con la fantasía del botín de Mancuello. Y no vengan a
decirnos que el grito al "Cervecero" fue por un jugadón. Se manejó la
pelota todo el día, pero a 20 metros del arco.
No hay profundidad, porque nadie mete un pase de gol. No hay
astucia, porque ninguno clava una diagonal endiablada. Hay juego asociado, pero
sin picardía.
Por eso, y con permiso de los monarcas del condado de
Almirón que rugen enojados cada vez que se le realiza una crítica al
entrenador, nos tomamos el atrevimiento de contradecir algunas de las
decisiones de este proyecto de buen técnico que tiene el "Rojo".
Porque, ojo, no es cuestión de ganar o perder; el equipo
tiene una idea más que interesante y eso es todo mérito del DT. La premisa de
jugar por abajo encandila nuestros ojos y es una camiseta que fabricó él.
También la elección de Cuesta y Rodríguez, claves en la filosofía propuesta.
Aunque hay que dejar de seducirse por su discurso y sentarse a hacer una
autocrítica de lo futbolístico.
No se puede depender de la iluminación de Mancuello en todo
momento. No podemos apostar los arrumacos por izquierda a la buena voluntad del
simpático Papa. No podemos desperdiciar en todos los segundos tiempos a Pisano.
No podemos seguir esperando que explote Benítez hasta que las velas ardan. No
tenemos por qué depender de que el rival se decida a atacar para aprender a
lastimar. No debemos sentir que cualquier triangulación contraria nos rompe los
esquemas.
Queda mucho hilo en el carretel del torneo y Almirón es el
indicado para que nos haga pescar el título. Claro, para eso debemos sacarlo
del inmaculado sillón en el que intentan sentarlo y correrlo de la mira voraz
de los francotirados cegados por el resultado final. Hay que trabajar sobre los
errores.
Fuente Infobae
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