Por Denis Fabricatore
Nicolás Tagliafico fue uno de los pilares de la levantada de
Independiente en el primer semestre de 2017. Uno de los puntos más altos de una
base que no puede desarmarse. Un capitán que hay que cuidar.
Personalidad, voz de mando, compromiso y un nivel de Selección,
son las principales características del jugador que hoy lleva, merecidamente,
la cinta de capitán del Rojo.
Mantuvo una regularidad en defensa que muy pocos
futbolistas lograron en los últimos años.
Cumplió con creces como lateral y
como zaguero.
Gabriel Milito lo utilizó en su puesto natural, el de 3. No
era fácil destacarse en un equipo al que no le salían las cosas. Y el capitán
lo logró. Mostró amor propio y mucho respeto por la camiseta que vestía. Cubría
su sector, empujaba desde el fondo y se mandaba al ataque a ayudar a encontrar
el gol que sus compañeros no conseguían.
Su mejor versión se vio con la llegada de Ariel Holan.
También empezó en el lateral izquierdo, hasta que la suspensión de Nicolás
Figal obligó a cambiar los papeles. El DT le pidió a Tagliafico correrse como
zaguero central. Todo un desafío, por su altura -esa que le criticó Edgardo
Bauza- y por el tiempo que llevaba sin jugar en ese puesto. Para sorpresa de
propios y extraños, se adaptó perfectamente a la posición de 6. Parecía que
toda su vida había jugado en la cueva de la defensa. Les jugó de igual a igual
-y muchas veces les ganó- a rivales de mayor contextura física.
Si cuando jugaba en Banfield llamaba la atención de clubes
importantes, mucho más ahora, que su rendimiento lo llevó a la Selección.
La
misión de Independiente, como institución, será cuidarlo y hacer todo lo
posible por retenerlo. No es fácil reemplazar a un jugador de buen nivel, pero
mucho menos al corazón de un equipo. Y el corazón, en este equipo de Holan, es
Tagliafico.
Un capitán con todas las letras.
Fuente LxR
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