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lunes, 31 de julio de 2017

La película de Sampaoli y Messi - Por Eduardo Verona


Saeed Khan/AFP
Por Eduardo Verona

Hace poco más de tres décadas, Bilardo ungió a Maradona como el único titular de la Selección y le dio la cinta de capitán que ostentaba Passarella. Hoy, Sampaoli planteó el mismo escenario con Messi, más allá de las diferencias que tenga con el técnico campeón del mundo. "A partir de él nace el equipo, todos los demás son analizables", sostuvo. La búsqueda del funcionamiento. Y la relación de Messi con el funcionamiento.

Después de asumir como entrenador de la Selección reemplazando al Flaco Menotti, Carlos Bilardo tomó una decisión pesada. Para sellar esa decisión fue a Nápoles y le comunicó a Maradona que le daba la cinta de capitán (que en el ciclo de Menotti la llevaba ese jugadorazo espectacular que fue Daniel Passarella) y además declaró a la prensa que el único titular irreemplazable de la Selección era Diego, con 24 años.


Por aquellos días se fue gestando la fractura definitiva entre Maradona y Passarella que se confirmó durante las Eliminatorias en 1985. Fractura que nunca se soldó y que aún perdura. La apuesta de Bilardo fue ganarse la adhesión fulminante de Diego. Y como daño colateral se manifestó la incomodidad de Passarella, a quien por otra parte nunca le terminó cerrando aquel episodio de una gastroenterocolitis feroz que lo marginó de la competencia en los días previos al arranque del Mundial en México 86. “No lo pensé ni quiero pensar que fue lo que pasó. Lo único que puedo comentar es que en el primer momento en que me atacó ese problema virósico no me dieron la medicación exacta ”, nos dijo el Kaiser en agosto de 1991, instalando dudas y sospechas de las que nunca se alejó.

Apenas confirmó su vínculo con la Selección, Jorge Sampaoli, naturalmente, le confirmó la capitanía a Messi y por otra parte lo ubicó de inmediato en un escenario diferente al resto de sus compañeros. Dijo Sampaoli el pasado martes 25 de julio en rueda de prensa: “Messi es el único titular. A partir de él nace el equipo, todos los demás son analizables”.

Quizás no exista ningún paralelo ni mínimas coincidencias futbolísticas entre Sampaoli y Bilardo, pero ambos empezaron por el mismo lado: subir a la cumbre de las cumbres al super crack. Darle todas las barajas. Las que se juegan adentro y afuera de la cancha. Y hacerle sentir a ese super crack que es el centro. A Bilardo le salió diez puntos: Maradona con 25 años se consagró campeón del mundo en México 86 regalando un fútbol extraordinario, casi imposible de igualar. Y hasta le alcanzó con 29 años en Italia 90, ya desgastado y deteriorado, para impulsar a Argentina a jugar la final y caer 1-0 ante Alemania con aquel penal agónico de Andreas Brehme, inventado por el árbitro Edgardo Codesal.

Ese fue el gran triunfo de Bilardo. Ofrecerle a Diego la suma de todos los poderes. Los visibles y los invisibles. Los reales y los simbólicos. Maradona, después, hizo, allí en el verde césped, donde se mueren las palabras, un stand up impresionante. No le faltó nada. Hasta encumbró a Bilardo, aunque Diego siempre haya estado muchísimo más cerca de Menotti. Incluso en el plano intransferible del afecto. Y del conocimiento que le reconoce en cada oportunidad en que lo cita.

Sampaoli alienta algo similar a lo que planteó Bilardo hace poco más de tres décadas. Darle a Messi el rol del jugador perfecto e incuestionable. Podrá decirse que otros técnicos anteriores al Zurdo que nació hace 57 años en Casilda, intentaron lo mismo. Y que la cosecha no fue tan generosa ni en resultados ni en juego como se anticipaba.


Messi aún no cerró el círculo virtuoso con la camiseta de la Selección mayor. Lo sabe él. Y lo sabe cualquiera que frecuente el fútbol. Si es una deuda o no es una deuda, es un tema totalmente subjetivo. Depende de cada uno. Y cada uno tendrá su opinión. La nuestra, es que con la Selección todavía no llenó todas las planillas.

Y esta es la película que pretende dirigir Sampaoli con la mayor elegancia y discreción posible. Elegir a Messi como bandera de Argentina no resiste mayores discrepancias. La pregunta es simple y abierta a un abanico de consideraciones: hoy, a los 30 años y si Argentina clasifica a Rusia 2018, con 31 años, ¿Messi podrá ser la luz que ilumine el camino de la Selección?

Con un funcionamiento precario, seguro que no. Con un funcionamiento aceptable, tampoco. Se precisará un muy buen funcionamiento para que Messi aparezca en las circunstancias decisivas en que tendría que aparecer. Podrá argumentarse que todos los jugadores dependen del funcionamiento del equipo que integran. Y es cierto. Pero en Messi está dependencia es muy intensa. Mucho más intensa que la denunciada por Maradona. No era tan rehén del funcionamiento Diego como lo es Messi. Bastaría con citar a aquel Napoli ganador despojado de un buen funcionamiento. Y con Maradona brillando igual, a pesar de la mediocridad colectiva que expresaba el equipo napolitano.


Rodearlo a Messi. Acompañarlo a Messi. E intentar crearle las mejores condiciones objetivas a Messi para que pueda volar con la naturalidad de un fenómeno, no dejan de ser capítulos futbolísticos ya instalados pero no recorridos con la mayor eficacia . La diferencia es que ahora Sampaoli pone todo esto en primerísimo plano. Lo que espera no es otra cosa que lo que espera el sentimiento argentino: un Messi monumental. Como lo fue Diego en el 86. Lo que se advierte es que en la cuenta regresiva no hay ninguna certeza. El fútbol no las permite. Por eso su atracción es insuperable.


Fuente Diario Popular

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