Bauza dirigió apenas cinco partidos pero la situación
comprometida en la tabla pone en riesgo su continuidad. //AFP
Después de la goleada en Brasil, el partido ante Colombia
podría definir el destino de Edgardo Bauza. La clasificación está en riesgo.
Por Claudio Gómez
El tipo mira girar la ruleta y piensa. Está nervioso,
abstraído, disimula la desesperación. Sabe que la próxima bola es decisiva. No
habla y a nada de lo que escucha le encuentra sentido. Piensa. Busca
estrategias, técnicas, maneras de salir de pobre. La bola gira y el tipo
todavía no jugó. Le queda una ficha. Es lo único que tiene. Ya se gastó el poco
crédito que le dieron. Así, sin resto, lo único que le queda es elegir un
número y apoyar el pequeño disco celeste y blanco que resiste entre sus dedos.
La situación de Edgardo Bauza se podría graficar de esa
manera. Está al límite. La Selección hasta ahora no clasifica para el Mundial
de Rusia, el equipo no juega a nada, la gente le perdió la paciencia y la
presión es cada vez mayor. En ese contexto desesperante, el martes enfrenta a
Colombia en San Juan. Ahí el Patón se juega la última ficha. Es un partido sin
plan B: gana o nada.
Lo que viene. ¿Cómo se llegó a esta situación límite?
Disparadores hay muchos. El caos en la AFA, por supuesto. La renuncia del Tata
Martino. Las frustraciones por las finales del Mundial de Brasil y las dos Copa
América. Podría pensarse en un mal momento individual de las figuras. Lo cierto
es que desde que Bauza agarró la dirección técnica todo fue cuesta abajo. El
arranque fue auspicioso: 1-0 a Uruguay con el regreso de Messi. Después, la
debacle: dos empates con las pobres Venezuela y Perú, y dos derrotas con
Paraguay y Brasil. En cinco partidos sumó cinco puntos. Todo muy pobre. Tan
pobre que salió de la zona de clasificación.
Otra estadística que refleja el momento de crisis la marcan
los goles. Pero estas cifras no se limitan sólo a la gestión Bauza, es un karma
que se arrastra desde la era Martino. En los once partidos que la Selección
disputó en esta Eliminatoria convirtió once goles. Un promedio de un tanto por
fecha es muy bajo, y más si se considera que la casaca celeste y blanca se la
ponen los delanteros más cotizados del planeta. La única selección que
convirtió menos goles fue la de Bolivia: apenas gritó nueve en una campaña
desastrosa, con un solo partido ganado, uno empatado y nueve perdidos.
Este presente inquietante se puede encaminar el martes en
San Juan. Para llegar a fin de año con la Selección nacional entre las cuatro
que clasifican sin necesidad de jugar un repechaje, hay dos escenarios
posibles. Uno: que Argentina supere a Colombia y que Ecuador o Chile no ganen
sus respectivos partidos. No se trata, en realidad, de nada disparatado.
El escenario dos sí es más complejo, y se desprende de la
posibilidad de un empate con Colombia. Si el martes la Selección suma sólo un
punto, para que se sume al grupo de los que clasifican se deberían dar cuatro
situaciones: que Ecuador pierda por más de cinco goles contra Venezuela, que
Chile pierda por más de cuatro goles contra Uruguay, que Paraguay no le gane a
Bolivia y que Perú no le gane a Brasil. Sólo si se dan estos cuatro resultados,
se alinean los planetas y durante una semana no se filtran fotos de alguna
famosa desnuda, Argentina cerraría el año entre los que, por ahora, viajan a
Rusia.
Todo está en manos del Patón. Debe encarar la situación con
la estrategia y la frialdad de un ajedrecista. O con la sutileza de un jugador
de jenga: una pieza mal movida y todo se desmorona. El crédito del técnico está
cerca del rojo. El margen de tolerancia es mínimo. Esta vez no hay debate sobre
estilos ni formas de juego. Sólo lo salvaría un triunfo. Tres puntos que valen
mucho más que tres puntos. Tres puntos que valen la tranquilidad de seguir en
carrera.
Fuente Perfil.com Cuatro Cuatro Dos

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