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jueves, 23 de octubre de 2014

Primera de cambio




El enganche sólo se perdió los dos primeros partidos del ciclo de Almirón.

Por Favio Verona

Montenegro sale incluso cuando juega bien: Almirón lo sacó en cinco de los últimos seis partidos y no precisamente por cuestiones físicas. ¿Qué pasa?

Hay mensajes e intenciones solapadas que dependen de la capacidad de reflexión e interpretación del destinatario. Hay maniobras subrepticias que encierran lecturas asimétricas. Hay acciones que permiten prescindir de la palabra. Ni siquiera los militantes más fervorosos de la candidez registran niveles tan altos de inocencia como para no percatarse de que a Daniel Montenegro le están preparando el terreno para que logre asimilar un desenlace que se aventura inexorable.

A los 34 años transita el ocaso de su carrera y le aporta a Independiente la indispensable cuota de experiencia, inteligencia y comprensión del juego que le falta a un equipo plagado de jóvenes. Es cierto que el Rolfi no está teniendo actuaciones descollantes, pero no se puede omitir que su presencia es garantía de un rendimiento con un piso más alto que el de sus posibles reemplazantes. Su nivel nunca descendió al subsuelo. Y en ese contexto resulta sugestivo que en ocho de los 12 partidos que disputó en el semestre siempre haya sido uno de los primeros cambios. La tendencia incluso se profundizó: fue reemplazado en cinco de los últimos seis encuentros, incluido el duelo frente a San Lorenzo (2-1), en el que convirtió de tiro libre y se erigió como la figura. “No se debe a una cuestión física. Mis cambios son según lo que demanda el partido”, justificó Jorge Almirón después de la victoria ante el Ciclón. Descartado ese factor, una pregunta se instala casi por decantación: ¿Los partidos, ante cualquier contexto y resultado provisorio, siempre demandan la salida de Montenegro como solución a los problemas emergentes? La única certeza es que los argumentos que esgrimió el técnico resultan insuficientes, banales, escasos para disipar la creciente incertidumbre.

Almirón, quien pretende que su equipo no se detenga en la elaboración y que tenga una transición rápida entre defensa y ataque, sabe que por sus características, a Montenegro no le puede exigir esa dinámica. Sería demandarle algo que va en contra de su naturaleza. Es por eso que la presencia del Rolfi conspira contra el juego que el DT pretende desarrollar. Es titular sólo porque en el balance se impone el margen de utilidades y porque el costo que implicaría su salida sería muy alto: podría precipitarse una fractura en la relación con el plantel.

En el seno de la CD no todos están convencidos de prolongar la estadía del enganche. “Me gustaría retirarme acá, pero por ahora sólo una de las posibilidades. No depende de mi”, reconoció el jugador que tiene contrato hasta fines de 2015. Los directivos están sopesando la relación costo beneficio que implica su presencia. En el rubro costo se consigna su salario en un contexto en el que ya se aplica la política del ajuste presupuestario.

Los señales parecen anticipar un lento proceso de desplazamiento. Almirón ya despojó al Rolfi de la capitanía. Y le asignó el rol de variable de ajuste.


Fuente Olé

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