Escrito por Cristian Fernández el Martes, 13 diciembre 2011
Ramón Díaz vio que el equipo estaba perdido en el primer
tiempo y aprovechó la charla técnica en el descanso para mover algunas piezas y
darle otro ritmo al ataque del Rojo.
Bien por el Pelado.
Se notaba el fastidio en la gente.
El equipo carecía de
fútbol, de orden, de progreso y de tenencia de pelota.
Cada intento moría en un
centro paupérrimo de Maximiliano Velázquez, en alguna imprecisión de los
atacantes o en un pelotazo de un zaguero buscando la nada misma.
Por eso, Ramón no quiso regalar nada – conociendo la
necesidad de tener que ganar – y casi sobre los 25 minutos del primer tiempo
envió a sus suplentes a realizar ejercicios de calentamiento.
Sí, el Pelado
tenía en mente dos cambios para tener más tiempo la pelota y darle, también, un
cambio de ritmo imperial a cada avance.
Fue por eso que decidió sacar a dos de los rendimientos más
bajos del equipo – Velázquez y Osmar Ferreyra – y mandó a la cancha a Cristian
Pellerano y a Patricio Rodríguez.
Armó una línea de tres defensores, una de
doble cinco, una de tres volantes creativos y otra con dos delanteros. Este dibujo sacudió la modorra y arrinconó a
Tigre.
La remontada y los goles conseguidos fueron un claro ejemplo
de que los tantos se buscan y son una decantación de lo que está sucediendo en
el juego.
Es para elogiar el cambio realizado por el entrenador y más
validez tiene aún debido al triunfo.
Fuente Infierno Rojo
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