Esta semana se supo que los incumplimientos con la AFIP y la
AFA suman 1 millón de dólares, pero para los hinchas y los socios, la larga
sequía de títulos y de juego es más seria
Por Rodolfo Chisleanchi
Foto: LA NACION
Los martillos bajaron con estruendo el jueves pasado. El de
Alberto Abad, titular de la AFIP, se detuvo en 57,5 millones de pesos. El de
Armando Pérez, vocero de la Comisión de Regularización de la AFA trepó hasta
los 91 millones. Los números rojos de Independiente sólo en esos dos ítems
sumaron un millón de dólares, con el agregado de que lidera la tabla entre los
30 equipos de Primera División en cuanto a deudas con la casa madre del fútbol.
Los anuncios ni sorprendieron ni inquietaron al simpatizante
del Rojo: en definitiva, en los balances del club el pasivo hace tiempo que
está en emergencia, convocatoria de acreedores incluida. Pero sirvieron para
echar un vistazo a las muchas otras deudas que acumula Independiente. Una lista
que no hizo más que añadir una cuota con el pálido 0-0 ante Gimnasia.
Los títulos. "Un club de fútbol tiene que ser campeón,
y más si es grande como este". Juan Carlos Donikian, 77 años, boina a
cuadros, anteojos oscuros, expone sin vueltas lo que para la mayoría es la
deuda más candente del Rojo. Ausente entre los ganadores del fútbol argentino
desde 2002, con la única excepción de la Sudamericana 2010 y un descenso de
categoría en el medio, la sequía de vueltas olímpicas angustia más que ninguna otra
cosa al Rey de Copas.
Rodrigo Buscarioli, 36 años, ahonda en el análisis:
"Los demás deben más o menos la misma plata que nosotros, pero salieron
campeones, y nosotros no. Por eso creo que lo futbolístico debería recuperarse
antes que lo económico".
El juego. La larga década y media perdida conoció estilos y
tendencias de todos los colores. Gallego, Mohamed, Brindisi, De Felippe,
Almirón, Pellegrino, entre otros, y ahora Gabriel Milito. Pero nada ni nadie
parece funcionar. "Uno los ve en otros equipos y son buenos jugadores,
hasta que llegan al Rojo y no sé qué les pasa", se pregunta Claudia
Forcada.
"Nos falta un Ortigoza, alguien que maneje el
mediocampo", opina Mariano Garobbio, que a sus 26 años ha vivido los
peores años de su club. "Se gasta mal el dinero. Con los 3 millones que se
pagaron por Sánchez Miño y Damián Martínez se pudo haber traído ese jugador que
no tenemos", agrega.
Las inferiores. Sergio Agüero abandonó Independiente en
2006, dejando 23 millones de euros en la entidad. Fue el último gran jugador
surgido de las divisiones menores. El último en ofrecer un rendimiento decisivo
y el último rentable en lo económico. "Pero lamentablemente, hubo figuras
históricas del club que cometieron grandes errores trabajando con los pibes",
afirma Rodrigo. "Se descuidaron mucho las inferiores y se trajo gente de
afuera que no era mejor que los que venían de abajo", diagnostica Walter
Scaraponi. "El desmanejo afecta todos los sectores del club".
La aparición de Ezequiel Barco este semestre no alcanza para
disimular tanta carencia de figuras producidas en el predio de Villa Dominico:
"Por eso, en el corto plazo no queda otra que comprar mejor", subraya
Mariano. "Sí, porque es hora de ganar algo", implora a su lado Sandra
Díaz.
Claudio Vivas asumiría en estos días el cargo de coordinador
de la cantera, con cierta resistencia del público, que veía con buenos ojos la
continuidad de Jorge Griffa.
Los pesos. Al margen de lo dicho esta semana por Abad y
Armando Pérez, la situación de Independiente en lo económico sigue siendo
alarmante. La deuda total, que el año pasado rondaba los 600 milones de pesos
(el estado actual se desconoce porque viene demorándose la asamblea donde deben
enseñarse los números de 2016), complica el presente y el futuro.
"El origen de todos los problemas está en la
caja", sostiene Julio Tulián, de 50 años y hablar pausado, "sin un
balance negativo se podrían rearmar las inferiores, como hicieron Lanús, Vélez
o San Lorenzo, por ejemplo".
Como se ve, las deudas se acumulan en la vereda roja de
Avellaneda. Lo saben todos los que cada fecha van al Libertadores de América.
Pueden entenderlo, aunque ya no lo soporten más, porque como sentencia Mariano:
"Acá ya no hay más paciencia para nadie".
"Que se vayan todos, que no quede ni uno solo";
fue el grito de despedida después del 0-0. No hay manera: el saldo negativo de
Independiente no deja de crecer.
Fuente Cancha Llena
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