Por Rodrigo Tamagni
Creer o reventar. En los últimos campeonatos cuando
Independiente llegó perfilado para pelear, se cayó a esta altura contra rivales
de menor envergadura o en partidos insólitos. No hace falta viajar demasiado
atrás en el tiempo para recordar los pasos de Troglio (2007) o Gallego (2010) y
asociarlos. Claro, no todo fue una cuestión 'tecnológica' ahora: el equipo
falló en un tiempo, el técnico no logró reanimarlo y eligió mal en el otro.
¿Habrá que ponerle antivirus?
¿Habrá que ponerle antivirus?
Quizás está más asociado a una especie de situación
psicológica, aunque los nombres no se repiten en ninguna era. Tal vez esté
pegado directamente con una cuestión de maleficio, el mismo que nos llevó al
caos completo en la temporada pasada. Acaso sea una falta de jerarquía
futbolística. Lo cierto es que la PC de Avellaneda contiene una suerte de
'virus de la recta final'.
Si analizamos el rendimiento en el corto plazo, dos de los
equipos que mejor arribaron a la etapa fueron el de Pedro Troglio en el
Apertura 2007, que empezó a derrumbarse en la 13 fecha, y el del
"Tolo" Gallego, que sufrió la lesión de Busse ante Chacarita en
cancha de Argentinos y mostró su debilidad contra Boca en la jornada 17. En
ambos casos, la computadora se apagó. Se vino a negro.
Todavía contamos con chances, pero esta derrota tiene mucho
aroma a que no pudimos eliminar el 'virus de la recta final'. Un partido
impensado de perder en los papeles, contra un equipo que venía de cuatro
partidos sin hacer goles. En el primer tiempo se le pasó el antivirus a la
maldición y la mandamos a la bóveda. El "Rojo" jugó libre de 'bichos'
y pasó por arriba al rival. ¿Qué faltó? Lo mismo de todo el torneo: un
delantero que la meta, ese que tenga olfato goleador. La misma intuición que
tuvo Lucero en Defensa o Penco en San Juan.
En el segundo tiempo el hacker tomó posesión del disco duro
y reseteó todo por completo, implantando la maldición. 15 minutos para el
olvido, los jugadores apretando mal las 'teclas' y el técnico moviendo el
'mouse' de manera equivocada. Llegó el gol y la pantalla se vino a negro. Ni el
especialista Mancuello encontró la forma de arrinconarlo, siquiera.
Cuando la compu de Jorge volvió a tener un funcionamiento
óptimo, varios rams de la memoria ya se habían quemado. El error de sacar a
Zárate -de lo mejor- para dejar a Figal como lateral derecho, una posición que
sufre mucho, influyó. El Iphone de Mancu no aparecía. Y la compu de escritorio
de Montenegro no alcanzaba para cubrir toda la demanda futbolística del equipo.
¿Conclusión? Parece que el trabajo realizado hasta el momento se perdió.
¿Estamos afuera de la lucha? No, pero el macizo golpe se
escuchó hasta La Plata. Falta, pero habrá que esperar que el viento de La Boca
se convierta en un huracán en Núñez y lleve el frío que acostumbra a trasladar
hasta allí en cada situación similar. Y que William Boo deje de dirigir a
Lanús...
Fuente Play Fútbol
Nota de rrrojo: adjunto comentario de un lector para esta nota
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