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viernes, 7 de noviembre de 2014

La fragmentación del Kun Agüero.







Por Eduardo Verona.



El presente de Sergio Agüero en el Manchester City difiere totalmente de su oferta futbolística en la Selección. Estos niveles de rendimientos tan dispares que lo vienen acompañando al Kun, generan tantas dudas como desconcierto.





¿Cómo jugó Sergio Agüero en el último Mundial? Pésimo, más allá de no haber anotado ningún gol.

¿Cómo está jugando Agüero en la liga inglesa defendiendo la camiseta del Manchester City? Muy bien. En las primeras 10 fechas del campeonato convirtió 10 goles.

Este estupendo presente del Kun en Inglaterra, incluso llevó a Alfio Basile a dar en los últimos días una opinión que, de mínima, convoca a la polémica futbolera: "Agüero es hoy el mejor jugador del mundo. En Brasil no jugó ni la cuarta parte de lo que puede dar".


¿Por qué en el Mundial tan mal y en la liga inglesa tan bien? Ni Agüero lo debe saber, aunque en primera plana aparezcan las lesiones y la precaria condición física que mostró en Brasil 2014, cuando pareció poco menos que arrastrarse por la cancha, dilapidando una oportunidad muy difícil de repetir.



Sigue siendo convocado Agüero para la Selección.  En este caso por Gerardo Martino. Todo el ambiente del fútbol lo mira al Kun como lo que es: un crack. En algunos momentos hasta un crack subestimado, porque los brillos y las producciones estelares de Messi se compraban todos los elogios. Y algunos más. Agüero siempre fue el socio ideal de Messi para entrar y salir de la jugada con el toque y la descarga.

Era la segunda guitarra. O el talento complementario que en la década del 60 supo tener Pelé con Coutinho en aquel Santos insuperable.

O Maradona con el Pelado Díaz en el mundial juvenil de 1979, en Japón, cuando el Flaco Menotti era el entrenador. 

Pero algo falló. Algo fundamental. Agüero fue una sombra en la máxima cita mundialista y también en la reciente caída por 2-0 ante Brasil. Y se fragmentó. Como si existieran dos Agüero. Uno, con la camiseta de la Selección , sin reservas físicas ni anímicas, incapaz de resolver y ganar un mano a mano. Y otro, con la camiseta del Manchester City,  pleno, encarador, explosivo, goleador.

Estas dos versiones tan dispares desconciertan. Es el mismo, pero es demasiado distinto. Es el mismo, pero toca los extremos. Los malos y los buenos. Como antes Basile, después Maradona, luego Sabella y ahora Martino, todos ellos le dieron y le dan crédito en la Selección nacional, en virtud de lo que rinde en Europa.

Sí, es cierto, el fútbol no es un fenómeno lineal. No proyecta ninguna certeza porque no es una ciencia; es solo un juego. 

Pero, ¿con cuál Agüero hay que quedarse? Porque uno hay que elegir. Uno de los dos. El ideal castiga las redes en Inglaterra y gana la tapa de los diarios. Ese jugador es el que llama el Tata Martino. Ese jugador hábil y potente para descubrir y aprovechar los espacios en el área rival es el media punta o punta que desactiva las dudas que vuelven a instalarse cuando es citado para integrar y jugar para la Selección.

Porque él, precisamente, duda. Y hace dudar a todos. Hasta a los que lo convocaron en repetidas oportunidades. El que se tiene que decidir es Agüero. Un crack juega y rinde en cualquier escenario y bajo cualquier circunstancia. No acá no y allá sí. El amplio campo de las justificaciones (algunas válidas, otras no) ya debió haber quedado sepultado en el Mundial de Brasil. Al Kun Agüero, por más crack que sea, no se lo puede esperar indefinidamente para que sus luces se enciendan en algún que otro partido más o menos importante.

No es un tema de prioridades como para construir una pregunta superficial: ¿ la Selección o el City? Es la Selección y el City. Porque el fútbol no se divide. Más bien que depende de Agüero. Y de sus respuestas en la cancha. La Selección demanda esas respuestas. Para ratificar la calificación de crack que desde hace varios años lo acompaña.





Fuente Diario Popular

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