Garganta con arena

Por Lucas Campos

En Mar del Plata se respira un aire inconfundible. Se respira un aire de puerto, de amor, de soledad, de tango y de fútbol. 

Y si se respira fútbol, es porque Independiente está caminando en alguna parte de la rambla. Aldosivi sería la piedra en el camino, que en una noche fría, como las que sólo los nativos de MDQ saben aprovechar, el Rojo debía sacarse de encima.

Independiente salió caminando hacia la mitad de la cancha y saludó hacia toda la costa. El partido había comenzado. Fue tremenda la siesta que pegó el equipo de Ariel Holan. Ni las colillas de cigarrillos querían caerse al suelo. Fue tal el aburrimiento, que el gran protagonista fue Néstor Pitana, quien cada día demuestra más que haber dirigido un Mundial de Fútbol, fue un regalo que le vino del cielo, o de AFA, o de FIFA.

No cambió demasiado la cosa en el complemento. Tagliafico y Franco se desgarraban los pulmones de cruzar para todos lados y empujar el team hacia adelante. Nosotros, quienes estábamos presentes, cabeceábamos como el mejor de los centro delanteros pero el equipo era uno de los lobos marinos de la Bristol. Inmóvil e inofensivo.

Nada che. Los cigarrillos se acabaron y el tiempo para ganar el partido también. Alguna jugada aislada de Albertengo y Gigliotti que nos hizo soñar en algún momento pero todo se desvanecía en saques desde el arco.

No se respiró puerto, ni amor ni tampoco fútbol. Se había acabado el cotejo. El frío envolvió el empate de Independiente, que se fue de la cancha con la cabeza gacha, sabiendo que no había hecho bien las cosas. Sin embargo, la bronca de no haber ganado es señal de que el equipo nos está acostumbrando a hacerlo y eso es más que bueno.

La garganta se llenó de arena, esa que vuela con el viento y que raspa. La próxima, Independiente deberá destaparla en la cancha de Boca, sabiendo que el objetivo principal es la Libertadores. Más, sabiendo que la Libertadores es Independiente e Independiente es en la Libertadores.

Fuente De la Cuna al Infierno