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miércoles, 24 de mayo de 2017

El mejor modo de afrontar una profesión de riesgo



Ilustró rrrojo Imágen Universidad de Yale Fuente web

Ya lo determinará el estudio de alguna prestigiosa universidad norteamericana. Por ahora, no está comprobado que sentir devoción por la camiseta del club que uno dirige se traduzca en mayor compromiso y mejores decisiones.

A la espera de esas conclusiones, Ariel Holan pasea su doble condición de entrenador e hincha de Independiente -en orden indistinto- con contagioso entusiasmo.

Recitará de memoria la formación del primer campeón Nacional, el del 67, y agitará la mano como cuando el agua está caliente cuando se le mencione la defensa de los 70 que sostenía las travesuras de Bochini y Bertoni.

Feliz por ser entrenador de Primera y doblemente feliz por hacerlo en su club, Holan acepta los pedidos de fotos de mozos y comensales que también son hinchas. “Somos cinco millones”, dirá, feliz.

“Soy entrenador desde que me levanto hasta que me acuesto”, señalará en otro momento como equilibrando, sin querer, corazón y mente.

Sabe Holan, y lo admite con cierto desencanto, de las chances ciertas de que los aplausos al socio que es técnico se conviertan en reproches y eventualmente en insultos. 

Mientras tanto, es tan paciente para posar para otra foto y responder al enésimo mensaje de Whatsapp, como apasionado para meterse con la estructura del fútbol argentino y elogiar la nobleza de su plantel.

Está en su salsa, se le nota. Disfruta a full del lugar en el que lo pusieron la vida y la profesión. No debe haber mejor modo de afrontar una profesión de riesgo.



Fuente Clarín

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