“Mi hija me enseñó a ser fuerte”, dijo el Malevo.
Débora D'Amato
Osmar Ferreyra le contó a Olé el tremendo drama personal que
le tocó vivir por la enfermedad que sufrió su hijita de tres años: “Fue el
momento más difícil de mi vida”.
La vida puede sorprenderte y dar un vuelco, inesperado, de
la noche a la mañana. Y eso fue lo que le sucedió a Osmar Ferreyra. Orgulloso
padre de familia, siempre rodeado por las mujeres de su harén (Agueda, su
esposa, y sus dos princesas: Taysa de 5 años y Morena de 3), le tocó transitar
por una pesadilla que nunca se hubiera imaginado. “Antes sólo le daba
importancia a cosas tan efímeras que hasta me da vergüenza recordarlo. La vida
te da golpes durísimos y, por supuesto, de todo debemos aprender”, le asegura a
Olé , en su primera charla con un medio para contar su historia.
Todo comenzó los días previos al clásico con Boca. Morena,
explosiva, pícara y atrevida como siempre, jugaba con su papá y hermana mayor
cuando notaron algo extraño en su mirada. Motivo suficiente para que Osmar y
Agueda se preocuparan y decidieran consultar con un especialista. Allí
iniciaron un camino colmado de médicos, estudios y diagnósticos. Lo cierto es
que un tumor en el ojito izquierdo de Morena les cambió la vida para siempre.
Inicialmente parecía que lo detectado tenía cura y que, realizando un
tratamiento, todo se resolvería. Pero continuaron los estudios y el último
resultado cambió el foco de atención porque More lamentablemente ya había
perdido la visión. “Pensamos que se podía tratar sin perder el ojito pero
desgraciadamente ya estaba cieguita de ese ojo. La única solución era operar y
sacárselo. Y lo tuvimos que hacer. Sinceramente fue durísimo. No se lo deseo a
nadie”, cuenta Osmar, visiblemente emocionado.
-El proceso fue corto pero intenso. ¿Cómo transitaste esos
días?
-Fue claramente la semana más difícil de toda mi vida. Uno
como papá nunca puede siquiera pensar en problemas para un hijo. No esperás,
jamás, que te suceda algo así. Desde que el médico le descubrió la enfermedad
en su ojo, vivimos momentos tremendos como papás.
-¿Cómo hicieron con tu mujer para sostenerse? -Aprendimos a
valorar un montón de cosas. ¡A veces uno se hace problemas por cada boludez!
Estos son los verdaderos problemas. La fuerza nos la dio More en el día a día.
Es increíble como alguien tan chiquito te da tanta fuerza. Para ella nada
cambió, sigue todo igual.
-A More la operaron cuatro días antes del clásico con
Racing. ¿Dudaste en jugar ese partido?
-Sí. Pero más allá de la fuerza y la confianza que me dieron
Cristian y el plantel, More me brindó algo extra que no puedo explicar con
palabras. Verla tan chiquita y con tanta voluntad no me permitió bajar los
brazos jamás. La predisposición que ella tuvo desde el día en el que le
diagnosticaron el tumor, no tiene nombre. Lo bien que se portó con tantos
estudios es increíble. Para ella todo era un juego. Eso me enseñó a copiarla y
a no dudar. Ella me dio fuerzas para querer jugar.
-¿Se puede aprender de alguien tan chiquito?
-Lo asimiló mucho más rápido que nosotros el hecho de que le
sacaran el ojito. Estaba ciega de ese ojo hacía rato y para ella era natural
vivir de ese modo. Me llena de orgullo escucharla cómo les cuenta a sus
amiguitos, con mucha naturalidad, que le sacaron su ojito porque lo tenía mal.
De More aprendemos. Me enseñó a ser fuerte. Tiene que pasar algo así para
entender. Los nenes te empujan para adelante. Creo que nosotros como adultos
sufrimos esto mucho más porque ella no se daba cuenta de lo que tenía por dos
razones: porque no le dolía y porque vivía la vida como si nada al ya estar
cieguita de ese ojito. Andá a saber desde hacía cuánto que estaba así. Pero no
se notaba para nada porque es pura energía.
-Como hombre de la casa, ¿fue difícil contenerlas todo el
tiempo?
-Delante de ellas siempre demostré fortaleza porque era
necesario. Estaba muy mal pero no me podía permitir demostrarlo. Siempre me
desahogué solo porque a veces lo necesitaba. No es fácil sufrir por una hija.
Siempre me mantuve firme ante todo. La fuerza que tenía mi hija me mantuvo en
pie.
-Vos sos muy creyente. ¿Te enojaste con Dios?
-No. Me aferré más a él. No pude enojarme con Dios porque
Morena está con nosotros y no me importa nada más. Verla jugar y que ya esté
curada me ilumina el alma. Mi hija está conmigo y eso le agradezco a Dios y a
los médicos.
-Justo cuando empezabas a funcionar en el equipo, la vida te
dio el golpe más bajo...
-Puede ser. Antes entraba a la cancha y me preocupaba de no
hacer mal una jugada porque podían putearme. Quizás estaba falto de confianza y
las cosas no me salían. Todo influía. Ahora capitalicé la fuerza de Morena en
la cancha y noto un gran cambio. Pude trasladar eso al juego.
-¿Tus tres mujeres estuvieron en el clásico?
-Sí. A More la operaron el martes y no pensé que podía estar
conmigo el sábado en la cancha. Ella estuvo ahí, alentando en la platea, y
parece que mi reina nos trajo suerte.
Fuente Olé
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“Eternamente gracias
a todos”
Dice que sintió el apoyo de la gente del fútbol. Entre
ellos, Willy Caballero, que vivió algo similar.
Wilfredo Caballero, arquero del Málaga, sufrió años atrás,
con su hija Guillermina, el mismo problema que Osmar Ferreyra. No bien supo de
la enfermedad de Morena, Willy se puso en contacto con el Malevo. “Él y su
esposa siempre estuvieron con nosotros apoyándonos y enseñándonos a sobrellevar
este tema. Fueron un apoyo vital para nosotros. Eternamente agradecido a los
dos”, aseguró Ferreyra y luego agregó: “Sé de las cadenas de oración por la
salud de Morena y quiero decirle gracias a toda la gente que no nos conoce y
nos apoyó”.
“En Independiente también me contuvieron mucho. Los
dirigentes se pusieron a disposición, el cuerpo técnico también, mis compañeros
no me dejaron solo”, destacó y cuando la entrevista finalizaba, no quiso
olvidarse de alguien muy importante en este proceso: “El doctor Julio Manzziti
es el que atiende a Morena y no quiero dejar de agradecerle por todo lo que
hizo él y su cuerpo médico. No tengo más que palabras de agradecimiento”, dijo.
Fuente Olé
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