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martes, 17 de abril de 2012

La pizarra: pequeñas sociedades futbolísticas






Escrito por: Pedro Molina

El primer análisis posible para hacer del triunfo ante Racing está lejos de lo futbolístico y de lo táctico.

Se me viene a la cabeza una cuestión cromática.

Vale la pena leer la definición de los colores en la pintura según un manual del tema: “Cada color se asocia a un determinado tipo de emoción y evoca ciertos sentimientos. (…) Usados de maneras específicas, pueden también agrandar, achicar, alargar o acortar los espacios.”

Desde el comienzo del partido, ya hay emociones generadas de ambos lados, unos se agrandan y los otros se sienten sometidos.

Bromas al margen, el Rojo dio una muestra de hombría, goleó y bailó –en el final- el partido que todos quieren ganar.

El comienzo pareció costarle.

Gio Moreno preocupaba al mediocampo, el propio Cristian Díaz se iba expulsado por una protesta y parecía haber pocos espacios para generar. 

Racing esperaba e intentaba evitar una salida limpia presionando en bloque a la altura de Godoy.

La ausencia de varios titulares y la inclusión de un esquema nuevo (4-3-3) pareció tambalear por unos minutos.

Peor aun fue cuando Milito cometió su error más grave desde que llegó al Rojo y le regaló el primer gol a Racing.

Gabriel es de otra categoría y genera confianza en sus compañeros, a tal punto que le dan casi todas las pelotas como Argachá en el gol de Teo. En algunas tira pelotazos, en otras pifia pero juega con una clase poco habitual para la posición que ubica en la cancha.

Además es una figura humana fundamental en el plantel; reprocharle algo es insólito.

Parra aparecía muy sólo arriba y había poco juego, sin embargo, el partido se destrabó mediante una pelota parada, la clase de Julián Velázquez y el oportunismo de Facundo.

Lo del Avispa es increíble. Un toro en el mano a mano, se anima a jugar de cuatro, se proyecta, mejoró muchísimo con la pelota y muestra un coraje que emociona. A eso se le suma su participación en las áreas rivales en partidos claves.

Lo del ex Chacarita también es meritorio: como ningún otro delantero vive de rachas y actualmente está en una muy buena.

El segundo tiempo mostró lo mejor del equipo.

Racing resignó la pelota, creyó que lo mejor era jugar de contraataque y le permitió a Independiente armarse, tener la posesión y encontrar los espacios. 

Desde las tribunas los cánticos hacían alusión a la situación de miedo que vivían los visitantes y así fue el comienzo de la goleada.

Se comenzaron a armar pequeñas sociedades futbolísticas y a generar jugadas con profundidad para suplir la falta de un líder futbolístico que hay en el plantel.

Sin lugar a dudas que la más destacada fue la de Villafañez con Monserrat. 

Los pibes armaron por la derecha un festín con llegadas al fondo, desmarques y movimientos rápidos que aún le deben doler a Licht.

La búsqueda de superioridad numérica (el dos contra uno) con los wines y un apoyo no es novedad: es una idea básica del Barcelona y ya la usó el entrenador vs. Boca aunque no exactamente igual.

Por el otro andarivel, Patricio Rodríguez tuvo un segundo tiempo explosivo coronado con un golazo.

El Malevo Ferreyra al no tener prácticamente responsabilidades en la marca (Zuculini pasó poco al ataque) tuvo lugar para las diagonales y algún que otro disparo desde su buena zurda.

La cancha se inclinó y parecía haber dos factores que únicamente podrían cambiar el resultado.

En primer lugar, la amarilla de Godoy y algunas complicaciones que sufrió, pero rápidamente fue sustituido por el entrenador que estuvo rápido de reflejos.

En segundo punto, las pelotas paradas y cómo se perdió de cabeza en el área propia.

Pelletieri y Moreno fallaron sus goles porque Dios (¿o su papá?) es muy grande.

Hablar de paternidad es ser minimalista. Ya se trata de pedofilia.


¡Salud!




Fuente Muy Diablo

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