El DT de los Rojos, celebra el éxito ante Racing, pide
disculpas por su expulsión y confía en su trabajo para encauzar al equipo:
"Indefectiblemente, a mí me va a ir bien; sé lo que es bueno para el
club", asegura.
Por Francisco Schiavo
Cristian Díaz y su felicidad, con la camiseta que supo
vestir y que ahora defiende desde el banco
Mauro Alfieri - LA NACION
Da la impresión de que encaja por el perfil.
Sin conocerlo
demasiado el gran público, a lo sumo por un par de notas de su etapa como
jugador, en aquel subcampeonato de Enzo Trossero, en 2000, queda la sensación
de que Cristian Díaz encaja en Independiente.
Lo hizo como una pieza de
rompecabezas tras la tumultuosa salida de Ramón Díaz: dejó la reserva y, en su
debut, los Rojos le ganaron a Boca 5-4, en la Bombonera .
Y se ajusta con la
precisión de una rosca de tornería hoy, cuando aún resuena la victoria ante
Racing por 4-1 , con el plus de la renuncia de Alfio Basile y la posterior
hecatombe en la Academia.
Habla y, sobre todo, dice. Para Cristian Díaz es tan
importante la palabra empeñada con LA NACION como un mate con sus
colaboradores. No apura las palabras, pero marca los tiempos, lo hace sentir.
Sabe que, punto por punto, empieza a ganarse un lugar en el efervescente mundo
de Independiente. Está lejos de la adoración, pero acumuló un buen crédito de
entrada. Dice por enésima vez que los jugadores tuvieron el partido
"soñado" contra Racing y, a la par, vuelve a disculparse con todos
por su expulsión, tras un exceso verbal con el árbitro Sergio Pezzotta.
"Si me excedí, pido perdón". Enseguida, representa el escudo rojo con
la banda blanca que lleva en el costado izquierdo del pecho. Se le pide una
explicación y la ensaya. Es un momento de quiebre.
"Los clásicos son aparte. No hay realidades que tengan
razón de antemano. Contra Boca fue el ejemplo más claro: ellos eran primeros,
invictos y con grandísimos jugadores. Independiente tenía todo para perder y se
dio lo contrario. Hay que pensar que se puede. Cuando dicen que llegás mejor
que el otro, es un error creerlo. Siempre hay que dar el 110 por ciento. Así,
automáticamente, estás mucho más cerca de conseguir el éxito".
-¿Cuál fue el cambio?
-El clic lo hicieron los jugadores. Nosotros propusimos,
pero el jugador fue receptivo. El partido con Boca fue una bisagra. A partir de
ahí se recuperó la confianza. Cuando un jugador no la tiene, es muy difícil.
Duda de todo. No es que no quiere: no puede. Independiente no podía. Estaba
bloqueado. Las cosas no salían. A veces, un cambio de entrenador genera todo
eso.
-¿Los jugadores te hablaron de la relación con Ramón
Díaz?
-Muchas veces. Siempre les estaré agradecido a Ramón y a su
gente porque nunca me cerraron la puerta de un vestuario. Fueron solidarios
conmigo y nosotros trabajamos por y para ellos. Los jugadores siempre hablaron
bien de ellos. Les dolió lo que pasó. Cuando el jugador está cómodo, no quiere
que las cosas cambien porque está bien. Cuando no está bien, tampoco quiere que
la cosa vaya mal. Quiere que las cosas se acomoden para que todo funcione. No
pudieron. No es que no quisieron.
-¿Creés en el golpe de estado de un plantel?
-No. Sí creo que hay planteles en los que quienes no
participan están de mal humor. Pero ese que no está bien espera que el DT lo
ponga para ganarse el puesto y jugar. Lo que más quiere el futbolista es jugar
y ganar, porque si no la semana es una porquería. Cuando no ganás, no te dan
ganas de salir de tu casa. Vas a entrenarte y te pesa la cabeza. La cabeza
gobierna al cuerpo. Nadie tenía la garantía de que la cosa iba a cambiar si se
cambiaba al entrenador. Cuando se trabaja de buena leche, el jugador quiere estar
y dar el máximo. A veces, la cabeza gira al revés y las piernas pesan mil
kilos.
-¿Todavía te sentís en observación?
-Siempre. No hay un DT que no lo esté, sobre todo en la
Argentina.
-¿Qué pasaba si perdías con Racing?
-Alguno iba a putearme, seguro.
-¿Entendés las puteadas?
-Por ahora, como DT, no me tocó. Como jugador, me dolían. A
veces me lastimaron. Hubo una época en la que sufrí mucho jugar en
Independiente. En 1997 no la pasaba bien. Me daba más ganas de ir por la banda
y, en vez de tirar el centro, irme al vestuario. La pasaba mal. Cuando cambió,
quería jugar los 38 partidos del año en Independiente. Las malas no eran tan
malas y las buenas eran mucho mejores por esfuerzo, por dedicación, por
compromiso, por sacrificio. Acá aplaudieron a todos y putearon a todos. No veo
por qué tengo que ser yo la excepción. Eso sí: haré lo imposible para que no me
puteen jamás, pero no es fácil.
-¿La primera división es como te la esperabas?
-En cuanto al trabajo, lo desarrollo de la misma manera que
en la reserva. Ocupo mucho tiempo. Pero tengo una mayor exposición y la
responsabilidad es mayor. Y esa exposición ayuda que esa responsabilidad y ese
trabajo se vean. Me imaginaba que era así. Es así hoy, cuando la mano viene de
una manera, y creo que será así el día que nos toque perder dos partidos
seguidos.
-¿La oportunidad te llegó muy rápido?
-Mi objetivo siempre fue dirigir en la primera, pero hay
tiempos y realidades. Cuando me surgió la posibilidad de dirigir la reserva de
Independiente fue un privilegio. Esa fue mi "pequeña primera
división" y así trabajamos. Por eso las cosas salieron bien. Los tiempos
fueron más rápidos de los que creía, pero me venía preparando. Buscaba esto,
pero sin apuro. Si Gallego [Américo] decidía ser el DT de Independiente, yo
volvía a mi lugar de trabajo y lo hubiera seguido haciendo de la misma manera,
y más, para que mañana ya decidieran que Cristian Díaz fuera el técnico. Pasó
lo que pasó y me agarró bien parado en cuanto a la maduración y al conocimiento
del club.
-Con 36 años, ¿favorece la cercanía generacional con el
plantel?
-Se habla siempre. Pero no hay una regla exacta. Hay
técnicos grandes que ganan cosas o que les va bien; y hay técnicos jóvenes a
los que no les va bien. El grande tiene la experiencia, el recorrido, y el
joven tiene el ímpetu, las ganas, el no querer parar. A veces es
contraproducente un caso o el otro. Hay que trabajar y ser uno mismo. Elegir un
camino y no correrse.
-¿Qué sería que te vaya bien en Independiente?
-Es que a mí, al margen de los resultados, en Independiente
me va a ir bien indefectiblemente.
-¿Por qué?
-Porque trabajamos. Porque tengo un pensamiento de club muy
amplio. Sé lo que es bueno para el club. Después, el fútbol te hace ganar,
empatar o perder. Esperemos que, sobre buenos resultados deportivos, podamos
construir todo lo que pensamos. Vine a Independiente para quedarme. Algún día
me iré, pero no quiero que sea a corto plazo. Quiero que sea a muy largo plazo.
Y, si puedo no irme, no me iré. Quiero hacer todo lo que sea posible para que Independiente
esté donde se merece.
-¿Cómo te manejás con los más grandes y los más chicos?
-Me gusta ser distante cuando hay que serlo, en los lugares
en los que no puedo participar. Y me gusta ser cercano cuando puedo serlo. En
alguna chanza, en algún diálogo, por más que el futbolista sea más grande que
yo. No pasa por manejarlos, sino por conducir. Desde lo frontal y lo sincero es
más fácil. No siempre vamos a coincidir, pero hay que tomarse la molestia de
explicar el por qué con un argumento.
-¿Cómo vienen las nuevas generaciones?
-Respecto de las mías cambiaron mucho. Hay como los
jugadores de antes, pero también hay muchos chicos rebeldes, que tal vez no
tienen los mejores entornos. Atrás hay un montón de historias. Hay de todo. Veo
mucho más materialismo desde edades muy chicas y eso conspira contra los
entrenadores de juveniles. También están las cuestiones sociales. No pasa por
jugar a la Play o dejar de estudiar. Algunos son padres, una criatura que tiene
una criatura. Un niño tiene un bebé. No es normal. A veces, los entornos maliciosos
ven un negocio. Los padres, también. Ven un Maradona y no lo es. Tienen que
acompañar a sus hijos al entrenamiento, pero también al colegio.
-¿Se te acercan representantes?
-Sí. Soy respetuoso, pero mantengo mi distancia. Me preocupo
por el tema estudio, familia, cómo te alimentás, cómo vivís. En la primera
tenés que ser docente. Pero abajo tenés que ser, a veces, mucho más docente que
entrenador.
-¿Cómo es dirigir un club con tantos problemas
económicos?
-Y. dirijo mi club. Desearía que pudiéramos hacer algo entre
todos para que Independiente vuelva a estar donde se merece. Hoy es grande por
su historia, por su escudo, por la gente que tiene. Pero no es lo grande que
debe ser por la realidad. Nos cuesta pelear torneos y todo es consecuencia de
lo mismo. Hay una idea de cambiar esto. Hay cosas que mejoraron y hay cosas que
deben mejorar. Aquel que quiere al club y tiene ganas de dar una mano, está
invitado a hacerlo. Aquel que no, con que no ponga palos en la rueda es
suficiente.
-¿Se puede estar mal institucionalmente y bien
deportivamente?
-Sí, pero circunstancialmente. A Independiente le tocó:
circunstancialmente ganó la Copa Sudamericana 2010. Después no pudo sostenerlo.
Se puede encontrar un envión, pero después los problemas terminan jugando en la
cabeza de todos.
-¿Los jugadores se quejan?
-Hay una voluntad dirigencial de estar del lado del jugador
y de cumplirle de verdad. Es despacio. Hay muchos inconvenientes diarios y
todos económicos. Yo diferencio entre las cosas importantes y las urgentes.
Cuando surge una urgente, la importante pasa a un segundo plano.
Farías ya puede volver
El plantel de Independiente se entrenó con la buena noticia
de que Ernesto Farías practicó a la par de sus compañeros y lució recuperado de
un desgarro en el recto de la pierna derecha, por lo que podría regresar al
equipo para enfrentar a Godoy Cruz, el próximo domingo. La recuperación de
Farías siembra la duda en el entrenador, Cristian Díaz, quien deberá optar por
Farías o Facundo Parra (de gran nivel en los últimos partidos) para jugar ante
los mendocinos.
Julián Velázquez y Roberto Battión se entrenaron en forma
diferenciada. Velázquez está descartado para la próxima fecha (sufre un
esguince en la rodilla derecha) y lo reemplazaría Eduardo Tuzzio.
13 son los puntos que Independiente logró con Cristian Díaz
como DT en seis partidos: venció a Boca (5-4), Belgrano (2-0), Atlético de
Rafaela (2-0) y Racing (4-1); empató con Vélez (1-1), y perdió con Colón (0-3).
Fuente Cancha Llena
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