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lunes, 30 de octubre de 2017

Independiente fue una máquina de perderse goles y al final lo salvó un error de Bértoli





Un poco de justicia. Maximiliano Meza festeja el empate y Rodrigo Arciero se agarra la cabeza. Independiente rescató apenas un punto contra Patronato.

Por Nahuel Lanzillotta

La versión local del Rojo volvió a mostrar sus problemas de definición. Desperdició muchas situaciones y tuvo problemas atrás. Sobre la hora, Meza aprovechó una falla del arquero. 

Ese corazón rojo no puede más. Sufre un mal de goles que se repite fecha a fecha en el torneo local. Hace de todo Independiente para conquistar el arco de enfrente, pero sigue torcido. No puede concretar. Y lo padece. Anoche se perdió infinidad de situaciones y recién logró empatarle sobre la hora a un Patronato necesitado, que había acertado en la primera parte. Así, el Rojo de Ariel Holan quedó a 10 puntos del líder Boca y le apuesta todo al plano internacional.

La sorpresa fue el condimento más picante del primer tiempo. Y la diferencia estuvo en la contundencia. Parece una contradicción decir que el equipo de Avellaneda tiene problemas de definición cuando llegaba de meterle cuatro goles de visitante a Nacional de Paraguay por los cuartos de final de la Copa Sudamericana. Pero ese duelo en tierra guaraní parece haber sido una excepción. Porque en la Superliga le cuesta muchísimo al Rojo pensar en frío al momento del último toque. Le pasó contra Chacarita, en la fecha anterior, y terminó sufriendo hasta el final para llevarse los tres puntos de San Martín. Y le volvió a suceder anoche, en su cancha. Y tuvo un problema adicional. A ese defecto, la falta de gol, se le sumaron desacoples en una defensa que venía mostrando firmeza.

Y esa coyuntura fue aprovechada por el oportunista Patronato. Apostó al contraataque el conjunto entrerriano y le salió bien de movida. Ya había avisado con un desborde por la derecha de Rodrigo Migone y el tiro sin dirección de Blas Cáceres, de frente al arco. Y en la segunda llegada sería de la noche al arco del bueno de Martín Campaña, los visitantes dieron el golpe para dejar boquiabierto al Diablo. Jonás Gutiérrez perdió en su lateral y los centrales no pudieron contener a los delanteros de Patronato. La bajó Cáceres, la aguantó Migone y resolvió Sebastián Ribas, con un bombazo que se calzó en el ángulo.

Hubo un silencio. Pero no había tiempo para lamentos. Nadie podrá decir que Independiente no tuvo reacción. Ya estaba dominando el juego antes del batacazo. Y lo siguió haciendo luego. Tuvo la pelota y, lo mejor, supo qué hacer con ella. Maximiliano Meza fue el conductor asignado del local. Ubicado como volante interior derecho en el 4-3-3 que dibujó ayer Holan, el ex Gimnasia confirmó su buen momento y se hizo cargo de la creación. Produjo buenas situaciones, pero a su generación no le acompañó la conclusión adecuada.

Gran recibimiento. Ariel Holan fue ovacionado por primera vez desde que dirige al Rojo. Los hinchas premiaron su valentía

Una vez más, el Rojo -anoche vestido de un blanco radiante- falló en el área de enfrente, de manera increíble. Tuvo varias y muy claras. Esta vez, el arquero rival no fue la figura del partido. El experimentado Sebastián Bértoli apenas tapó un tiro de Leandro Fernández desde lejos. Lo más preocupante para Holan fue la falta de puntería de sus dirigidos. Porque Independiente las tiró casi todas a cualquier lado. Ni Lucas Albertengo (había pegado dos gritos en Asunción), ni Martín Benítez, ni Ezequiel Barco, ni Fernández... Ninguno pudo. Desde afuera o adentro del área -grande y chica- ni de cabeza y tampoco por abajo.

El Rojo fue una máquina de errar goles con el arco de frente. 

Fernández fue el que más oportunidades desperdició. Tuvo una actuación muy lejos de su capacidad el goleador del equipo de Avellaneda. Al técnico no le tembló la muñeca. 
Sacó a los que más fallaron: Benítez, Fernández y Albertengo. Y metió a Juan Manuel Martínez para que desborde por la derecha, a Juan Sánchez Miño para que tire centros y a Emmanuel Gigliotti para que cabecee. Los tres intentaron llevar a cabo sus tareas. El Puma tuvo un par de frentazos claros, pero de manera insólita tampoco le acertó al arco adversario. Holan movió al equipo de acá para allá. Cambió puestos y probó de todas maneras posibles. Parecía no haber remedio para el mal de goles que aquejaba al local.
Los de Paraná no cruzaron el círculo central en todo el complemento. Y durante 90 minutos la vida fue eso que transcurría mientras Independiente se comía goles, uno atrás del otro. Hasta que en el enésimo centro, a los 44 minutos, Bértoli le regaló la pelota a Meza, que rompió el maleficio y puso el empate para darle algo de justicia al resultado. Una derrota hubiera sido demasiado castigo.



Fuente Clarín

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