Por Lucas Campos
- La bronca puede tapar lo lindo que fue todo alguna vez,
eso le dije- Me soltó un amigo, hincha del Rojo, en una inminente ruptura de
una relación ya gastada. Él mismo, insultó y recontra insultó cuando el Rojo
perdió el partido en la última jugada del partido. Hizo referencia al heroico
encuentro ante los Tucumanos y yo lo interrogué acerca de qué sensación
terminaría copando la parada en nuestro corazón futbolero. Entonces, se
acarició la barba y deslizó
- Tranqui, esto es fútbol. Esto es el amor después del amor-
Ahí estaba Independiente levantándole las manos al cielo de
Avellaneda que había sufrido una batalla desgastante y que ahora tenía la
chance de multiplicar el pan y el vino, los puntos, la alegría y los goles. La
primera parte fue un bodrio. Nada de nada. El Rojo no se acercó a Monetti y el
mismo Monetti se cansó de pasarla a los centrales. -Vayan el entretiempo, por
favor que tengo hambre-
En el complemento, Independiente se lanzó y acorraló a Lanús
que, medio rengo, intentaba con lo que el físico le permitía. Pero el Rojo
tardó siempre un segundo más. Ese tiempo que en una relación puede desbastar
todo, apareció jugada tras jugada. Ese segundo fatal en el que te dicen basta.
En el cual se escapa el Laucha Acosta y en el cual Campaña le hace penal. Penal
para lanús en el último segundo del match.
Y si una relación se tiene que romper, debe haber un pedido.
Y allí fue Denis. Pidió la pelota y ajustició a Campaña. No gritó el gol y le
pidió disculpas a la gente que, en ese momento, sintió que la soga se cortó. Se
cortó como el invicto de Holan en el Libertadores De América, se rompió como la
cervical de Franco, el tirón de Bustos y la racha de Leandro Fernández. Se
rompió. Sin embargo, el martes todo
puede volverse a arreglar, con fútbol, el amor después del amor.
Fuente De la Cuna al Infierno
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