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viernes, 22 de septiembre de 2017

Bajón peligroso - Por Ramiro Santinelli



Por Ramiro Santinelli


Independiente jugó un pésimo partido en Mendoza y cayó ante un equipo medianamente alternativo de Atlético Tucumán. Al Rojo le faltaron ideas, velocidad y orden defensivo; no pudo dominar ni siquiera cuando iba arriba en el marcador y dejó agrandar al rival, que lo ganó con justicia. Con el objetivo de ingresar a la próxima Libertadores, llegó la primera desilusión de la temporada: la Copa Argentina sigue siendo un calvario para el club.

El equipo de Holan está en un bajón futbolístico. Las virtudes que tenía en el semestre anterior aparecen difuminadas y las falencias se acentúan. Tal es el caso de la solidez defensiva: el Rojo se había acostumbrado a recibir pocos goles y a tener a varios de sus defensores entre las figuras de cada partido. Ahora, viene de recibir un tanto ante Olimpo producto de un pelotazo que debió ser fácilmente rechazado por los zagueros; un penal en contra frente a Lanús, cuando la defensa quedó muy mal parada luego de una seguidilla de córners a favor en el final del encuentro; y, anoche, recibió un gol proveniente de un lateral: pecado imperdonable para una defensa profesional. Incluso en el primer tanto del Decano, el desorden fue el protagonista de la jugada. Ahora bien, ¿la causa es táctica, emocional o personal? Si bien considero que algunos desempeños individuales decayeron, como es el caso de Tagliafico, también hay que considerar la rotación que hubo en la defensa a causa de las lesiones y la amplia cantidad de minutos que viene disputando Independiente. Esta ineficacia en el área propia -que casualmente también se presenta en él área contraria- es el resultado de un mix de cuestiones.

Justamente, en relación con esa seguidilla de partidos, se pone en duda el nivel del plantel con el que cuenta Holan. Luego de un mercado de pases para el olvido, es cierto que el Rojo no está preparado para la triple competencia. No tiene demasiado recambio y su plantilla está formada por muchos juveniles combinados con varios jugadores que están en los últimos pasos de sus carreras. Aún así, no creo que esa sea la causa profunda de la eliminación de anoche. Atlético Tucumán es un difícil rival, eso quedó demostrado, pero -en los papeles- no está ni cerca de tener mejor plantel o más recambio que Independiente. Encima tiene mayor carga de partidos durante el año y, recientemente, disputó exactamente la misma cantidad de minutos que el Rojo.

La derrota es consecuencia del pésimo partido que se jugó. En el semestre anterior, cuando las ideas no afloraban el Rojo lo suplía con actitud e intensidad. Anoche no hubo nada de eso, Independiente jugó todo el partido a velocidad crucero, sin explotar para recuperar ni para desequilibrar. Sin intentar de llevarse por delante al rival, de superarlo. El Rojo fue pasivo ante el choque contra el Decano y hasta pareció haberlo sobrado. El compromiso, la actitud y la intensidad, características de este equipo, se ausentaron en Mendoza. Eso también aparecen se relaciona con las mermas puntuales de algunos futbolistas, porque lo individual y colectivo se retroalimentan constantemente en un equipo.

Reiteradas veces expresé lo que para mí es el mayor logro de este ciclo: la comunión entre el equipo y los hinchas. La gente encontró una versión de su Independiente que lo representa, que lo ilusiona. Esa relación afectiva se ancló a partir de buenos resultados, claro, porque el resultadismo domina en el fútbol argentino, pero también se formó por medio de un modo de jugar, de competir, de defender la camiseta, que hace tiempo no se percibe en este club. Esa manera, sumada a varios valores instalados tales como el saludo con las manos en alto o la cercanía del plantel con viejas glorias de la institución, procuró una paciencia -sin abandonar la exigencia- proveniente de las gradas. Por supuesto, la espectacular clasificación que se vivió en el Libertadores de América días atrás alimentó esa relación positiva. Ahora bien, de aquel día en adelante todo fue bajón futbolístico, pasividad y relajación en Independiente. Y eso es peligroso. El hincha del Rojo no aguantará demasiadas jornadas como la de anoche. Hay formas y formas de perder, y la que se vio en el Malvinas Argentinas no será aceptada. Es fundamental que Holan y sus hombres vuelven a causar esa sensación que producían en su público, para no volver a caer en un ambiente tenso que -como ya sabemos- no favorece al Rojo.

De todas formas, aunque todo resulte negativo al día de hoy, no hay que exagerar. Independiente no es ni lo que parecía luego del anecdótico triunfo por Sudamericana, ni lo que aparenta luego de la bochornosa caída de anoche. No es momento de pedir que rueden cabezas ni de entrar en una negatividad desesperada que, como dije, ya nos ha llevado a sitios peores. Aún queda mucho de este semestre, quedan chances de ingresar al máximo certamen intercontinental y el Rojo tiene con qué. Claro, se deberá trabajar y mucho para sortear este bajón anímico y deportivo, para volver a ser ese team peligroso, valiente y de pierna fuerte y templada. Confío en el cuerpo técnico y en sus dirigidos para lograrlo.



Fuente De la Cuna al Infierno

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