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lunes, 27 de junio de 2016

Cayó la Selección y cayó Messi - Por Eduardo Verona





Por Eduardo Verona


La renuncia de Messi a seguir integrando la Selección fueron los daños colaterales de la caída del equipo en Estados Unidos. Si fue fracaso o decepción no define nada. El fútbol de Argentina fue insuficiente. Le faltó más juego y mayor determinación. Las discretas respuestas estratégicas de Martino. La consagración de Chile otra vez por la vía de los penales.




¿Fracaso, frustración, decepción o desilusión? No importa demasiado definir que palabra le cierra mejor a la Selección nacional. No importa clasificar cuál es la sensación que se aproxima a esta especie de calvario  futbolero que la viene persiguiendo hace ya demasiados años y que ahora le sumó la renuncia de Messi como peludo de regalo.



Porque está bien no sumarse al exitismo que prevalece en todos los escenarios. Pero tampoco hay que hacerse el tonto. La Selección tenía que traerse de Estados Unidos la Copa América Centenario. No es que la tenía que traer por obligación o por un decreto sellado en un escritorio. Pero estaba más que claro que era el gran candidato. Más candidato que Chile, aún en un período de transición después de la salida inesperada del entrenador Jorge Sampaoli y el arribo hace 5 meses de Juan Antonio Pizzi. Y por supuesto más candidato que cualquier otra selección. Que Brasil. Que Uruguay. Que Paraguay. Que Colombia. Que Ecuador. Adversarios a los que por otra parte no enfrentó.



Ese favoritismo casi excluyente, Argentina lo expresó solo durante algunos pasajes de los partidos y en los 90 minutos del 4-0 a Estados Unidos. Pero le faltaba continuidad al equipo. Confirmar la idea que, en definitiva, no pudo transmitir en el partido decisivo ante Chile.



Tenía más gol que juego la Selección. Por eso hasta la final con Chile, en 5 encuentros había convertido 18 goles, pero sus niveles de elaboración fueron escasos. Con Messi o sin Messi. Y esa falta de elaboración para construir juego colectivo la padeció en el 0-0 interminable del domingo en New Jersey.




La nueva caída en el show de los penales fue la remake de una película que ya habíamos visto el año pasado ante el mismo rival en el Estadio Nacional de Santiago. Solo que esta vez, Messi, pateó su penal como un pibe demasiado presionado y coronó otra noche que muy difícilmente pueda olvidar.



Es cierto, la Selección no se agota en Messi. La Selección, como equipo, debería trascender a Messi. Pero es evidente que no lo logra. Ni antes ni ahora. Y cuando Messi no resuelve de acuerdo a su potencial, como suele hacerlo en las finales desatando alaridos de indignación, las posibilidades de armar algo interesante se reducen a algunas maniobras poco afortunadas que, en general, no prosperan.



Gerardo Martino, casi siempre metiendo la pata a la hora de las declaraciones públicas, en 2 años de gestión como entrenador de Argentina no pudo darle al equipo un rumbo futbolístico. Todo fue siempre errático en la Selección. Hasta la idea original del Tata terminó totalmente desdibujada. Esa idea de presión, posesión y elaboración, fue en muchas oportunidades una búsqueda sin gran consenso. Y sin grandes adhesiones al momento de plasmarlo en la cancha. Se vio claramente en la final cuando el planteo estratégico se alejó de esas consignas. Y Messi quedó arriba para inventar con pocas compañías, lo que finalmente no logró inventar, más allá de varias insinuaciones que se fueron desvaneciendo.




Le temía Martino a Chile. Y agrandó a Chile. Que en los últimos 4 partidos ante Argentina le convirtió 2 goles, perdió 2 encuentros, empató los 2 restantes, cada uno de ellos de 120 minutos, pero conquistó 2 Copas América en la ruleta de los penales. No fue Chile un rival tan poderoso y desequilibrante como lo pintaba en la previa Martino. Esa interpretación de Martino también la pagó la Selección en el 2015 en Santiago y el domingo en New Jersey . ¿Cómo la pagó? Respetando en exceso a Chile. Y ese respeto excesivo nunca es buen consejero. Porque limita. Condiciona. Ata.



Son momento durísimos para la Selección. Se podrá afirmar con razón que también lo fueron otros episodios más o menos recientes. Pero este capítulo trajo además el bombazo que anunció Messi renunciando y dando por finalizado su ciclo con la camiseta albiceleste. Esta enorme frustración que sintió Messi quizás refleje otras frustraciones y deserciones que podrían manifestarse en breve. ¿Cuáles? Difícil precisarlas. Pero fáciles imaginarlas.



Lo concreto es que el abandono anunciado por Messi pinta de cuerpo entero que las heridas que sufre la Selección son muy profundas. Tan pero tan profundas que en la tempestad, su capitán se va. ¿Qué queda para el resto? ¿Messi se hubiera ido igual en la victoria? Solo Messi lo sabe. Y nadie más. Aunque sus exégetas hoy intenten explicar lo que Messi explicó en muy pocas palabras.





Fuente Diario Popular

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