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El futuro del técnico. Un conflicto que dejará heridos.
Por Adrián Maladesky
No tiene arreglo. Cualquier solución que encuentre la
dirigencia de Independiente no será suficiente para que los pedazos rotos se
acomoden otra vez. El pegamento se va a notar. Las heridas, que hoy son
profundas en la intimidad del plantel y en el corazón del hincha, quizás
cicatricen, aunque lo más probable es que ante cualquier resbalón futbolístico
se reabran. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que Independiente jugará con
Estudiantes el 15 de enero y con Racing el 2 de febrero, ambos en Mar del Plata.
Sabrán los dirigentes hasta qué punto la decisión de
prescindir de Montenegro y otros jugadores en términos de sorprendente
desprolijidad fue producto de la inexperiencia, de la impericia o, peor aún, de
la estrategia. Ellos sabrán seguramente en qué escenario dejan a su técnico,
haya sido o no el principal impulsor del Rolfigate. En principio, lo dejan
solo: sin refuerzos, sin apoyo, sin red.
Es poco probable que Almirón salga ileso de esta situación.
Al contrario: es muy posible que de victimario pase a ser víctima. Primero, por
una decisión discutible muy mal ejecutada. Segundo, porque ante la evidencia
del error la sensación es que no saben cómo seguir. Cuesta creer que ahora los
dirigentes no evalúen la posibilidad de quedarse sin Montenegro y sin Almirón
antes de que empiece el fútbol oficial. Con el Rolfi en Pilar y sin refuerzos a
la vista debilitan a su entrenador (¿acaso no saben cuándo y por qué renunció a
Godoy Cruz?) y lo condenan: ganar, ganar y ganar será su único salvavidas.
FOTO: Montenegro salió en 12 de los 18 partidos que Almirón
lo ubicó como titular. (Marcelo Carroll).
Fuente Clarín
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