Independiente y Gremio igualaron sin goles en los 120
minutos y en la tanda de penales el local se quedó con el triunfo. Acá las
claves de una final repleta de condimentos.
Acorralado y contenido: Así comenzó el partido Independiente
y probablemente sea el punto fundamental para comprender por qué siempre se vio
superado en todas las líneas. Más allá de la posterior desnaturalización del
partido, el Rojo fue menos que Gremio tanto con diez como con once jugadores. Y
eso es un condicionante para todo el largo partido que se presentó después.
Otra vez a jugar con diez: Este es, desde ya, el segundo
factor clave que limitó a Independiente a enamorarse de un empate que se volvió
tan valioso como necesario. Si el Rojo jugaba mal, quedarse con diez fue firmar
un certificado en el que sabía que lo iban a dominar todo el partido. Sobre la
expulsión de Amorebieta cada opinión es válida: aquí decimos que está bien
expulsado y ya.
La muralla humana: Martín Campaña fue uno de los artífices
de la resistencia del Rey de Copas. Gremio no fue una aplanadora, pero tuvo por
lo menos tres mano a mano y siempre se topó con el arquero del Rojo. Enorme
partido del uruguayo, clave para el empate.
No se dejó atropellar: Cuando el equipo de Ariel Holan se
quedó con diez, se vino el partido abajo. Literalmente abajo, porque Gremio se
plantó de lleno en la mitad de la cancha y se hizo dueño y amo del cotejo- en
realidad ya lo era-. Sin embargo, en el segundo tiempo el Rojo encontró una
figura que hizo una labor excelente con todas las letras: Nicolás Domingo. El
mediocampista jugó un partido perfecto y neutralizó la salida de Gremio. Pieza
fundamental.
Los penales: Y sí. Cuando un encuentro llega a la definición
por penales, los tiros desde los doce pasos se vuelven el factor único para
decidir al ganador. Y ese fue Gremio. No se puede ser tan iluso de creer que
una tanda de penales es suerte porque de esa manera se estaría negando las
capacidades técnicas de un futbolista para patear un balón y de un arquero para
atajarlo. Pero sí es cierto que un tiro desde los doce pasos no debería opacar
lo hecho en una doble final.
Fuente Infierno Rojo
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