Gimnasia le ganó 5-3 por penales tras un empate sin goles.
Debutaron Romero y Brítez en el equipo de Holan, que ensayó un esquema distinto
y fue algo más.
Por Maximiliano Uría
Pólvora mojada. Lucas Albertengo maniobra ante Nicolás
Dibble. El delantero de Independiente tuvo una chance neta y falló.
Independiente no pudo arrancar el 2018 como terminó el
anteror: con una Copa.
Anoche, cayó por penales aquí en Mar del Plata ante
Gimnasia después de igualar sin goles en un típico duelo veraniego. El
resultado es anécdota. Los minutos que tuvieron los habituales suplentes le son
necesarios a Ariel Holan para sacar conclusiones. El técnico entiende que,
para lograr el objetivo principal de la Copa Libertadores, necesitará sí o sí
de todo el plantel.
Hay idilio entre los hinchas de Independiente, el equipo y
el entrenador. La obtención de la Sudamericana en el Maracaná y la recuperación
de su mística histórica lo hicieron posible. Por eso, en la fría noche de Mar
del Plata, todo parece al comienzo salido de un sueño maravilloso para el Rojo.
Los aplausos bajan desde las tribunas del José María Minella.
Se reconoce al debutante Emanuel Britez, que va a trabar
fuerte con Lucas Licht (salió lesionado en la rodilla izquierda); hay
aprobación unánime cuando Jonás Gutiérrez intenta un pase de crack; todos
sacuden el puño al viento cuando Lucas Albertengo guapea con los centrales de
Gimnasia. Pero, fundamentalmente, se ovaciona cuando el equipo se asocia y
logra un par de pases rápidos, firmes y de primera. Ahora que el Rojo se sacó
el peso de tantos años sin títulos y dejó atrás a viejos fantasmas, buscará
profundizar lo mucho de bueno que realizó en el semestre pasado y volver a ser
protagonista de la Copa Libertadores.
La idea es clara: jugar mejor para ser
mejor.
Holan se fue sin irse de Independiente, pero ayer cambió un
poco su libreto. Está probando el DT. Anoche optó por un dibujo distinto:
4-3-3.
Sin Ezequiel Barco, en el Rojo debutó como extremo Braian Romero. Jugó
por derecha y le costó acomodarse; en Argentinos se movía por la otra banda o
de nueve. Por izquierda se paró el Burrito Martínez y llamó la atención que no
alternaran posiciones. La referencia fue Lucas Albertengo. En el medio, Domingo
fue el tapón y a sus costados, Jonás y Domingo Blanco. No generó grandes
ocasiones el elenco de Avellaneda, pero jugó suelto, confiado. Intentó manejar
la pelota.
Holan tiene que sacar conclusiones urgentes para saber si
puede contar con el recambio para afrontar las múltiples competencias: Libertadores,
Superliga, Recopa, Suruga, Copa Argentina. Y las sensaciones ante el Lobo no
fueron malas, más allá de la derrota en los penales.
Gimnasia modificó a su entrenador, pero no demasiado la
idea. La diferencia más visible es que Facundo Sava no pretende salir jugando
en todas, como insistía Mariano Soso. Igual, se notó la mano del renunciante
entrenador rosarino: el central Manuel Guanini le metió un caño delicioso a
Jonás y su compañero de zaga se despachó con un doble taco hermoso.
¿Conclusiones del juego? Brahian Alemán sigue en buen nivel y Fabián Rinaudo
siempre es una garantía. Habrá que ver cómo responden el resto de los intérpretes.
Anoche no pesaron los delanteros y casi que no fabricó situaciones. Sólo
inquietó con pelotas paradas.
De un primer tiempo interesante se pasó a un complemento
para el olvido. Guardó energías Independiente y ya no fue tan ambicioso. Se
cansó Jonás y el fútbol dejó de fluir. Apenas inquietó con un tiro libre del
uruguayo Silva que fue a las manos de Martín Arias. Gimnasia siguió apostando
al contraataque y tuvo las más claras desde los pies de Alemán. Así llegaron a
los penales, a las únicas emociones.
Y sonrió Gimnasia.
Fuente Clarín
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