Independiente 1 Lanús 2
Delfino terminó con el ojo derecho en compota tras un
pelotazo involuntario de Julián Velázquez. Desde ahí, el árbitro cometió
errores, como cobrar un penal de la Avispa (su agresor) a Romero.
El juez, en el piso, tras el bochazo-nocaut de la Avispa.
Por NADIA TECLAFF Nteclaff@ole.com.ar.
Qué pelotazo, mamita! Corrían 33 minutos del primer tiempo
cuando Julián Velázquez rechazó desde el fondo. La pelota le dio de lleno en la
cara a Germán Delfino, quien se encontraba a escasos metros del defensor de
Independiente. El árbitro cayó nocaut. Después de cinco minutos, en el que fue
atendido por Luis Chiaradía, el médico del equipo local, logró reponerse, con
sangre en su nariz y el ojo derecho en compota. Pese a no tener la mejor
visión, igual siguió dirigiendo.
¿Debió haber salido en el segundo tiempo en esa condición o
hubiera sido más conveniente dejarle su lugar a Diego Ceballos, el cuarto
árbitro? A juzgar por su actuación en los segundos 45 minutos, Delfino debería
haberse quedado en vestuarios. Hasta ese fatídico pelotazo, el juez no había
tenido problemas. Pero ya en la segunda parte cometió varios errores. Su mayor
falla fue el penal inexistente que cobró a favor de Lanús. Justamente, el que
forcejeó con Silvio Romero dentro del área del Rojo fue Julián Velázquez, quien
recibió la amarilla por ese foul que no existió y encima llegó a la quinta y no
podrá jugar ante Tigre.
En el final, tras el gol anulado a Independiente, los
jugadores del local se le fueron al humo. Más fuerte que ese pelotazo nadie le
iba a poder pegar...
Fuente Olé
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