Por Redacción El Gráfico
Publicado el 11 de abril de 2019
Raúl Bernao, un wing derecho que supo deleitar a la exigente platea de Independiente fue vendido al Deportivo Cali y el periodista de EL GRÁFICO Juvenal le dedica una carta a corazón abierto.
Por Juvenal
Querido Raúl:
Siempre te dije de usted, a pesar del trato cordial, amistoso, franco, que nos dispensamos desde hace nueve años, cuando los junté a los cuatro —a vos, el japonés Mura, Mochila Conigliaro y el más chico de los Rambert— para una nota en EL GRAFICO. Siempre te traté de usted porque visto desde afuera, alambre y foso de por medio, eras EL LOCO. EL DE LOS CORTOCIRCUITOS. EL RARO. Pero en el mano a mano directo y de frente eras un señor. Y a veces los hinchas te paraban por la calle, te gritaban "CHAU, LOCO" y vos sabías hacerles entender que detrás de esa apariencia de cables pelados que dabas desde la cancha seguías siendo un señor... Pero te vas. Te fuiste. Independiente te vendió a Colombia. Y esto que no quisiera ser, pero debe ser una despedida, sería muy serio, muy ceremonioso y muy triste si te siguiera tratando de usted... Por eso te tuteo, tomándome la misma confianza que te tomaste desde el primer día con la pelota... No hace mucho, Pepe Peña (uno de tus cuatro hinchas seguidores y fieles con Osvaldo Brandao, mi hijo y yo) dijo que si Enrique García era el Poeta de la Zurda, Bernao era el Poeta de la Derecha. Y tiene razón. Muchas veces te acusaron de discontinuo. Los hinchas y los dirigentes. Y ellos también tenían razón. Aunque no te comprendieron. Porque vos sos un poeta. Y la poesía no tiene la aritmética regularidad de una cuenta corriente o un libro Mayor. La poesía es inspiración y la inspiración no cabe dentro de una máquina de calcular en la que dos más dos son siempre cuatro. La inspiración fluye a golpes de corriente eléctrica, cuando un ángel misterioso y oculto acciona la llave interruptora de luz. Por eso, con humor poético, una vez que ibas saliendo de un largo cono de sombra me dijiste en el vestuario antes de un partido: "Hoy se va a divertir porque me arreglaron la instalación..." Y ese día, contra Boca creo, la rompiste... Los dirigentes que te vendieron a Colombia y que te hubieran vendido a Camboya o al Celta de Vigo, la cuestión era venderte, deben saber mucho de números. Y con los números en la mano, en una de ésas, ellos tienen razón... Porque Independiente necesita divisas. Y esas divisas pueden sumarse por dos lados: con lo que el club cobre por transferencia de jugadores y los que el club se ahorre en sueldos elevados como el tuyo. Tal vez por eso, por tu sueldo alto, no se animó River, que viene buscando un wing derecho desde que vendió a Cubilla en 30 millones de 1969 y lleva gastados casi 40 millones de 1970/ 71 para reponer el agujero que dejó el oriental... Con los libros de contabilidad en la mano es casi seguro que los dirigentes tengan razón. Pero los domingos, por la punta derecha del ataque rojo, es difícil que puedan reemplazarte con el Diario, el Mayor, el Libro de Caja o el Inventario. Y fíjate que vos estás en el Inventario. Sos un pedazo de Independiente, como la visera o la pintura roja de los postes y los caños que sostienen la red... 18 años en el club. 10 años en primera. Y una cosecha de triunfos que no sé cuántos jugadores de hoy pueden exhibir como vos: campeón de AFA 1963, campeón de América en 1964/65, campeón Nacional 1967, campeón Metropolitano 1970. Y en ninguno de esos triunfos de Independiente fuiste relleno, partiquino o segunda guitarra. En todos ellos jugaste de bandoneón mayor de Buenos Aires... Me acuerdo del primer título. De la tarde que le ganaron a River en Independiente y le dieron alcance en el primer puesto. Esa tarde las dos opciones de los rojos eran GANAR o GANAR. Empatar era quedarse atrás con el disco a la vista. Después de ese partido, Roberto Frojuello, aquel brasileño que formaba ala con Delem, me dijo: "Esta tarde nos ganó Bernao, el wing más parecido a Julinho que he visto en los últimos años...". Y te comparó con Julinho, el wing a quien viste jugar tres veces y se quedó para siempre en tus retinas como el prototipo, el ídolo, la meta... Aquella noche que Independiente le hizo cinco goles al Santos de Pelé, bajo las luces recién estrenadas de Avellaneda, cuando se puso realmente en marcha la gran campaña que trajo dos Copas, fuiste una barbaridad. Esa noche terminaste con todas las contras que tenías en la tribuna de Independiente. Porque el finado Adolfo Lembeye, que llevaba a los rojos metidos en la sangre y en el corazón, había sido testigo directo del gesto de aquel plateísta que sacó cien pesos del bolsillo y empezó a hacer la colecta en la platea para darte la plata y que te fueras bien lejos... Ese plateísta debe haberse calentado muchas veces las manos aplaudiendo tus genialidades, con la voz ronca de gritar "¡BIEN, LOCO!". Desde entonces, para aquí, todas las grandes performances de Independiente coincidieron casualmente con los grandes partidos de Bernao. Y no era que Bernao andaba bien porque el equipo levantaba su rendimiento. El equipo levantaba porque el genio de la punta derecha estaba con todas las luces prendidas. Y esta afirmación no es peyorativa para tus compañeros. Ellos lo sabían y lo decían, con esa franqueza a veces ruda, siempre directa, que fue lugar común en el plantel rojo desde Navarro y Rolan hasta Pavoni y Pastoriza, pasando por Artime y Yazalde... ¡Cuántas veces me lo dijeron Pipo Ferreiro, David Acevedo y Pepé Santoro!: "Andando bien Raúl todo el equipo es otro...".
Acepto que tuviste tardes malas, momentos decepcionantes, apagones que duraban varias fechas como si te hubieras quedado sin corriente eléctrica. Acepto también que yo siempre sentí una especial debilidad por tu fútbol desconcertante y luminoso. Está muy mal que un periodista se confiese hincha. Una vez que me confesé hincha tuyo frente a Renato Cesarini me lo reprochó. Y repito lo que le dije entonces a don Renato: llegué al fútbol porque lo viví y lo mamé de pibe, porque, mucho más allá de esta profesión, me gusta el fútbol. Frente a la máquina de escribir, puedo ser el frío analista, objetivo y desapasionado que exige la tradicional línea de EL GRAFICO. En el momento del partido déjenme deleitarme, emocionarme, vivir y sentir el placer del fútbol bien jugado. Por eso, en ese rincón de mi corazón de hincha tenés tu parcela junto a Perfumo, Rattin, Labruna, Moreno, Erico, Pizzuti, Pelé y las dos brujas, Belén y Verón... Entonces acepto que mi corazón de hincha me pueda traicionar. Pero siempre que he vuelto a ver en acción a Independiente mis ojos fueron atraídos como por un imán irresistible hacia esa punta derecha desde la cual armabas el juego, movías los hilos, galvanizabas a un equipo y levantabas a la tribuna... ¿Ves? En ese detalle radicó tu grandeza como jugador y como hombre de equipo. Me lo dijo Osvaldo Zubeldía la última vez que te vi jugar en vivo y en directo: "A Bernao no se le puede dejar recibir una pelota, no se le puede dar un metro porque es un hombre que levanta a las tribunas y agrada a un equipo...". Ya no estarás más en esa punta derecha de Independiente. Las lámparas, que algunas veces se prendían y otras no, se apagaron definitivamente para nosotros. Posiblemente, algunos que conocen el fútbol solo por la cáscara, se alegren de tu transferencia. Son los que dicen: "Era muy discontinuo...". Son los que razonan con la máquina de calcular, el libro Mayor y el libro de Caja. Son los que ignoran o se olvidan de la tradición de Independiente, que desde los tiempos en que Porta-Sastre daban bailes memorables, allá por el 32, siempre tuvo un fútbol con chispa, ingenio, travesura, alegría, imaginación, destreza, pirotecnia y poesía... Vos, Raúl, eras el heredero sanguíneo de esa gran tradición..... Te vas para Colombia. Y aquí nos quedamos tristes los que sentimos ese fútbol tuyo. Hasta Silvio Marzolini, que varias veces fue perdedor en ese duelo de habilidad y clase que sostenían junto a la raya del out, debe lamentar tu alejamiento. Porque Silvio, como yo, también es un enamorado del fútbol... El fuelle de Baffa tendrá una nota más melancólica con tu ausencia. Los versos de Horacio Ferrer, quien tal vez inconscientemente asoció tu imagen a su BALADA PARA UN LOCO, te van a recordar con nostalgia. Mi hijo, que se hizo hincha de Independiente porque fue fana de Bernao, sentirá que con vos se fue medio equipo. Y yo, que te regalé una parcela de mi corazón de hincha, te seguiré recordando como si todavía estuvieras ahí, raro y desconcertante, genial y eléctrico, en la punta derecha de TU Independiente…
Febrero 23 DE 1971
Fuente El Gráfico
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