
Por Javier BrizuelaHace exactamente dos años, estábamos festejando la Suruga Bank, la decimoctava copa internacional para nuestras gloriosas vitrinas.Pero no celebrábamos solamente eso; seguíamos confirmando lo que gritamos y lloramos en el Maracaná. Que el Rey volvía a ser, después de todo lo que nos había tocado sufrir. Qué tenía un equipo que le hacía frente a cualquiera, peleando la Libertadores y dando una vuelta olímpica en Japón. Con ventas millonarias de jugadores queridos y profesionales que nos habían representado en el Mundial semanas antes.Ese mismo delantero que nos hizo gritar el gol del título, hoy se debate entre quedarse a ponerle el pecho al club o irse a Boca por dos mangos (para el Rojo). Y la culpa de que pase esto no la tiene ni Romero, o Riquelme, Pusineri, ni mucho menos Russo. Si los dirigentes hubiesen hecho medianamente bien las cosas, el Chino ni pensaría en esta opción, y a los de la Ribera ni se les cruzaría ofertar los millones que tendrían que poner por el goleador del torneo pasado, para sacarlo de un club grande donde es capitán y referente.Pero acá estamos, dos años después… Con muchísimas malas decisiones en el medio, mezclados con mala suerte e imponderables del fútbol, con este Independiente que vuelve a ser, si, pero el de los problemas.Porque si hoy hay dos Chinos, es porque antes hubo dos Independientes.Fuente Orgullo Rojo
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