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sábado, 25 de junio de 2016

La distorsión de los números: por qué la selección argentina es imbatible en las estadísticas



La Argentina completará los 19 choques posibles entre Brasil 2014, Chile 2015 y EE.UU. 2016, un recorrido que sin corona igual despertaría críticas; España y Alemania han caído en más partidos, pero están blindados por sus logros

Por Cristian Grosso
 

Foto: LA NACION / Aníbal Greco

Envasada en una humorada, Diego Maradona lanzó la advertencia: "Si no ganamos..., ¡que no vuelvan!" Le apuntó al plantel argentino que espera el desenlace de la Copa América Centenario. Otro simpático arrebato que desde su autoproclamado liderazgo debería saber que no es oportuno ni constructivo. Pero no se trata de clavarle la estaca sólo a él, ya que su amenaza también recoge una fuerte adhesión popular. "Si no gana esta Copa América, el equipo no será reconocido. Lo vi en la final que jugaron contra Alemania en el Mundial de Brasil y también sucedió el año pasado en Chile. Para cambiar lo que piensan ustedes [por el periodismo] del equipo hay que ganar, no queda otra", exclama Gerardo Martino y descarga broncas. Acicateada por los 23 años sin títulos, esta final alienta las desproporciones: el triunfo será reparador y la derrota invitará al exilio. Pero funciona así porque no se analiza nada más que el resultado.

¿Un traspié, otro traspié, provocaría que nuevamente todo quede tapado por el descrédito? La selección hasta aquí disputó 52 partidos oficiales por todos los certamen desde el traumático Mundial 2002 y apenas perdió 6. Menos que cualquier potencia. Tiene un porcentaje de eficacia (71,79) similar a Alemania (73,85) y a España (73,04), superior a Brasil (70,17) y muy por encima de Italia (50,40). Pero estos cuatro fueron campeones del mundo en este lapso y la Argentina no ganó nada de nada. "Es siempre la misma pregunta, es recurrente. Siempre hay un buen rendimiento y se abren las expectativas, pero falta un partido.Para cambiar esto hay que ganarlo a ese partido", agregó Martino, que ya cayó en las finales de 2011 -como entrenador de Paraguay-y 2015. Todos quieren ganar, ellos antes que el resto. Por eso la obligación es observar más allá de lo obvio.

Es apenas un juego, pero sirve para entender que hace años la selección pertenece a la elite. Lo indica el ranking FIFA que la encumbra como la N°1, pero conviene buscar argumentos más sólidos que ese embrollo aritmético.

El rastrillaje es contundente: la Argentina perdió menos partidos que los demás, pero es el único seleccionado que no alzó ninguna copa. Nadie en su sano juicio podría pedir una invasión al Obelisco para festejar.... una buena campaña. Pero sí convendría estudiarlo antes de dejar caer la guillotina. Se acepta que no todo lo que brilla es oro, pero no se digiere el camino contrario. Ahí nace la distorsión que se transforma en injusticia.

Apenas seis caídas. Ninguna más dolorosa que la final del Maracaná en el alargue con Alemania. Y las palizas de Brasil en las definiciones de la Copa América 2007 (3-0) y la Copa de las Confederaciones 2005 (4-1). La eliminación de Sudáfrica 2010 a manos de Alemania (4-0) y la derrota 1-0 con Inglaterra que anticipó la salida de Japón 2002 completan la secuencia traumática. Un revés decorativo con México (0-1) en la etapa de grupos de la Copa América de Perú 2004 completa el sexteto.
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Ese mensaje social que impone que el que pierde se tiene que ir ya atravesó a distintas generaciones. Incluye a la camada passarelliana que potenció Bielsa (Ayala, Zanetti, Crespo, Piojo López), pasando por el amplio abanico de Pekerman (de Sorin a Messi, de Samuel a Di María, de Cambiasso a Romero, de Riquelme a Mascherano), hasta las apuestas de Sabella/Martino como Rojo y Ramiro Funes Mori.

La selección intenta salir de esa nube de escepticismo y descrédito que hasta no hace tanto tiempo alentaba teorías desestabilizadoras. La constante mirada retrospectiva sobre los fracasos siempre ha invalidado la renovada búsqueda de estilo e intérpretes. Desde luego que la victoria es embriagadora, pero entre caprichos e intereses han quedado postergadas estadísticas que en otro contexto únicamente hubiesen despertado elogios.

Las cifras no encierran verdades absolutas, pero sí marcan tendencias. Valorizan los recorridos. Un triunfo ante Chile derribará tantos preconceptos. Hipócritas conversos. Aquí el mérito es de la perseverancia de muchos jugadores -los de hoy y los de ayer, que siguieron poniendo la cara mientras los citaron- que eligieron sostenerse en un tembladeral. Era tan fácil dejar de venir... Si la Argentina gana la Copa América relucirán los números y muchos dirían que todo cambió. Mentira. Este sostenido protagonismo en las definiciones no es casual ni espontáneo. Comenzó a construirse cuando muchos propiciaban una demolición generacional.

¿Que otros números robustecen esa desatendida conquista sin vuelta olímpica?

La Argentina mañana completará los 19 partidos posibles entre Brasil 2014, Chile 2015 y Estados Unidos 2016?, sin perder nunca en los 90 minutos.

Otro dato contundente es que en los últimos cinco años la selección apenas perdió 9 encuentros de los 69 que disputó. 

Mientras tanto, el ciclo Martino luce un 75% de eficacia... 

Datos olvidados detrás del recelo y el imperio del resultadismo.?

Por eso, si la Argentina pierde la Copa América Centenario... mejor que no vuelvan


Fuente Cancha Llena

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