Por Víctor Folini y Alberto Ballestero
El técnico campeón del mundo revivió con DIARIO POPULAR la
conquista inolvidable del Mundial ‘86, con momentos previos repletos de
críticas y desconfianza.
“Tuve que cambiar a mi nena del colegio y no podía ni
salir a la calle”, afirmó el Narigón
El espejo retrovisor de Carlos Salvador Bilardo, a treinta
años de haber sido el técnico que llevó a la Selección Argentina a la conquista
del Mundial 86, increíblemente no refleja en una primera imagen éxtasis o
euforia por el logro.
"Pensá que a mi hija la tuve que cambiar de escuela,
porque los compañeros la volvían loca", suelta mientras se acomoda para la
entrevista exclusiva con DIARIO POPULAR para revivir uno de los momentos más
gloriosos e inolvidables para el fútbol argentino.
"Y yo no podía ni salir a la calle, por suerte después
la cosa cambió. Ahora si voy por el centro y para caminar una cuadra necesito
quince minutos", agrega y se le dibuja la primera sonrisa en la charla.
El encuentro con el Narigón es en el edificio de Radio La
Red en el barrio de Palermo. Faltan pocos minutos para que puntualmente se
siente frente al micrófono para conducir una nueva edición de La Hora de
Bilardo (de 23 a 24) y sus tics característicos brotan a cada rato, como esos
estiletazos de Diego Maradona en aquél Mundial de México.
"Tampoco tengo la medalla, no la quise, pero ahora me
arrepiento", cuenta como si nada.
Y hasta nos confiesa: "También me
arrepiento de haberme peleado con Clarín".
-Vamos a utilizar una expresión suya... ¿Qué corno pasó que
pasaron treinta años y no pudimos volver a ganar un Mundial?
-Es difícil, es difícil. Siempre costó, es algo a lo que
aspiran cada vez más países. Uno arrima, pero hasta ahí. Ojo: no es nada fácil
ganar un Mundial. El lío es cuando no pasás la primera fase, porque los rivales
ya no te perdonan.
-¿Siente que pasó mucho tiempo o le parece que fue ayer?
-Sí, mucho tiempo, como un siglo... Me pasa también aquí en
la radio. Hay pibes a los que veo de vez en cuando y les pregunto porque no
vienen todos los días y alguien me dice que ya son jefes. Mirá cómo pasa el
tiempo.
-¿Y cómo recuerda aquél titulo Mundial? ¿Con euforia, con
nostalgia..?
-No festejo, no me gusta. Para ir al cumpleaños de un nieto,
por ejemplo, me lo tiene que decir y hacer acordar mi señora. Soy así. Con
decirte que tampoco tengo la medalla, no la quise. Aunque ahora me arrepiento.
-¿En qué momento del Mundial, después de qué partido, pensó
que podían ser campeones?
-Recién al final. Cada vez que uno pasa de fase, te
encontrás con mejores jugadores, que en cualquier momento te pueden dormir.
Recién después de la final.
-¿Con cuál partido sufrió más?
-En todos por igual. Yo siempre viví así los partidos.
-Y después de la consagración, ¿pensó que aquél podía ser el
último Mundial que iba a ganar una Selección argentina?
-No, nunca, uno siempre va pensando que va a ganar. Creí que
en Sudáfrica con Diego como técnico se nos podía dar. Y también con Sabella en
el Mundial de Brasil.
-La consagración de aquel equipo hizo que quizá muchos
olviden que la Selección clasificó de manera dramática al Mundial, con ese
angustioso empate contra Perú en las eliminatorias. Y con críticas feroces para
usted y los jugadores.
-Pero yo siempre tuve confianza. Es como en la Medicina,
nunca hay que cambiar. Una vez me hacen auscultar un corazón y me preguntan que
había visto, le digo "nada". Y el profesor me dice 'no, tiene un
soplo'. Vuelvo a revisarlo y le digo 'a sí, aquí está'. Y el profesor me dice
"no, es un corazón sano, usted es el médico, no tiene que cambiar de
opinión. Yo estuve con los grandes, con el doctor Houssay y a él lo criticaban,
¿cómo no me iban a criticar a mí?
-¿Cómo hacía para pensar que se podía?
-Yo tenía fe, confianza. me decían ¿quién es Brown?, ¿quién
es Garré? Pero yo pensaba que estaba bien... Pasa que no tenía que haberme
peleado con Clarín, con un periódico no se puede. Pero no fue solo eso, yo tuve
que cambiar a mi nena de colegio. Bilardo era mala palabra. No podía salir con
ella a la plaza. Y yo no podía andar por la calle.
-Hasta desde el Gobierno Nacional hubo una movida para
sacarlo a usted del cargo.
-Y bueno, ¡qué se va a hacer! Yo siempre tuve el apoyo de
gente del barrio. Tuve buena gente amiga. Siempre viví con la gente del barrio.
Yo estudiaba medicina, me iba con mi abuelo a vender flores al mercado de
flores, tomates en la época del tomate, sandía en el barrio de Colegiales, me
hice en la calle.
-Pero hoy se siente que aún los que apoyan a otra línea de
juego diametralmente opuesta a la suya no son tan agresivos.
Sí, hoy cambió todo. Antes no podía caminar por el centro y
ahora, para hacer una cuadra necesito quince minutos. Hoy el padre le dice al
nene 'el señor es médico, estudiá y jugá'.
Con orden y algo más
-¿Cuál fue la clave de ese equipo, de esa consagración?
-Que teníamos orden, Tuve la suerte de tener el equipo un
mes antes a tiempo completo. En el 90 fue todo distinto, entrenaba con Caniggia
en Italia, con Troglio en otro lugar de Italia, con Ruggeri en Real Madrid y
así anduve por el mundo.
-También tuvo a Maradona en su momento de esplendor, ¿le
molesta que algunos digan que la Selección ganó ese Mundial porque tenía a
Diego?
-No, que digan lo que quieran. Sí a mi antes del Mundial
hasta me cuestionaron que pusiera a Maradona en el equipo. Algunos medios me
decían que no había rendido en la Selección. Pero yo me tiré a la pileta por él
desde que asumí, veía que era un Pelé, alguien tocado por la varita mágica,
solo pedía tenerlo un mes a tiempo completo.
-¿Es cierto que también hablaba con los familiares de los
jugadores?
-Sí, yo hablaba con las familias. Hacía dos charlas: novias
por un lado, esposas por el otro.
-También se cuenta que después de que la Selección argentina
le ganó la final a los alemanes usted no festejó porque estaba furioso porque a
su equipo le habían hecho dos goles. Cuesta creerlo.
-Sí, me pusieron la medalla, pero me la saqué. Después me
arrepentí. Y después en el vestuario los reté y les dije '¿Cómo puede ser que
después de tanto practicar nos hayan hecho dos goles de cabeza?'. Eso lo
aprendí de la medicina. Respondí algo mal en un examen de Farmacología, dije
una dosis que era el doble de lo que correspondía y me dijeron 'retírese'.
"Ahora a Messi hay que dejarlo tranquilo"
Hace cinco años, cuando Lionel Messi empezaba a sufrir las
primeras críticas feroces de parte de la prensa y de algunos hinchas, Carlos
Bilardo alertó que "se va a cansar, se va a ir de la Selección y lo vamos
a tener que ir a buscar de rodillas". Profecía cumplida del doctor, un
verdadero visionario.
-¿Qué opina de lo de Messi? Usted ya lo había anticipado...
fue la pregunta:
-Yo no lo llamaría todavía, hay que dejarlo tranquilo. En
medicina actuás cuando se viene la montaña abajo y aquí no fue así. Hay que
dejarlo tranquilo. Lo conozco de chiquito, yo veía que de wing se lo comían los
marcadores y yo vi que podía jugar por adentro y así empezó a hacer la
diferencia. ¿Y de esta nueva final que perdió la Selección argentina?, era la
pregunta inevitable y allí Bilardo tiró la pelota afuera, prefiero no emitir
juicio: "No, de eso no opino, de eso no quiero hablar".
Fuente Diario Popular
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